las armas y las letras. literatura y guerra civil (1936-1939)

Opinión:

Desde que se publicara en 1994, Las armas y las letras se ha convertido en un texto clave (y candente) en el panorama de las letras españolas. Trapiello ha sido aclamado por muchos como el artífice de un esfuerzo titánico y necesario (porque no se había realizado una obra de tal envergadura, seriedad y propósito hasta el momento) para desmontar ciertos prejuicios e ideas arraigadas sobre autores que pertenecieron a un bando u otro durante la Guerra Civil (léase: que los escritores de derechas eran los malos, y solían ser malos literariamente, y que los de izquierdas eran los buenos por partida doble). Su libro ha ayudado a que autores de alta calidad literaria pero denostados por la jet set de las letras por su simpatías fascistas queden en parte rehabilitados y otros que combatieron en la lid ideológica y propagandística del lado de la República y que recibieron los oropeles del éxito literario aparezcan retratados bajo una luz de quirófano, revelando sus excesos políticos y retóricos.
 
Este último punto ha llevado a que otro gran sector de la crítica haya condenado a Las armas y las letras como un esfuerzo sospechoso en el mejor de los casos o como un atentado directo contra el honor y la dignidad de algunos de estos escritores en el peor de ellos (por ejemplo Rafael Alberti no sale muy bien parado en el libro y podría decirse que Trapiello no siente una especial simpatía por el escritor gaditano).
 
Al iniciar la lectura de Las armas y las letras me sentí plenamente consciente de esta división de la crítica, sintomática quizás en tanto que metáfora directa de hasta qué punto sigue nuestra sociedad dividida en dos bloques antagónicos y, lamentablemente, parece que irreconciliables.
 
Por ello debo decir que el libro de Trapiello me ha sorprendido gratamente como un tratado bastante equilibrado, documentado y exhaustivo que no busca a priori defender a escritores fascistas ni echar cieno sobre escritores republicanos, sino, más bien, tender un puente entre esos dos bloques antagónicos y demostrar de manera sentida «que la literatura no estuvo casi nunca a la altura del momento histórico, porque casi nada ni nadie lo estuvieron tampoco». Desde el prólogo Trapiello se alinea con la legitimidad de la República y condena de lleno el golpe de estado de Franco (cuando en el encuentro digital con los lectores en la web de El Mundo, un lector le preguntó a Trapiello «¿Cuál es el villano que más antipatía te despierta entre los protagonistas de “Las armas y las letras”?», éste respondió «Francisco Franco).

Además con su estudio Trapiello parece volver sobre esa pregunta tan certera que cualquier lector y crítico debe manejar siempre: ¿hasta qué punto es posible, necesario o deseable separar la vida personal y las circunstancias sociales de la obra de un escritor? Hace cosa de un año Francia prohibía los homenajes oficiales a Céline, colaborador con los nazis y conocido antisemita, lo cual generó un sano debate sobre estos temas. En mi opinión, y en esto Trapiello parece coincidir, la calidad literaria de una obra debe de juzgarse dentro de los propios valores y códigos literarios, esto es, al margen de la vida o la personalidad del escritor. Lo cual no excluye que por otra parte debamos de expresar nuestra repulsa por lo que sin duda fueron posturas ideológicas o comportamientos execrables, ejemplos de los cuales y tanto de un lado como de otro abundan en Las armas y las letras. 
  
Héctor Pascual