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Lamento de la paz

Ficha realizada por: Darío Luque
Lamento de la paz

Título: Lamento de la paz
Título Original: (Querela pacis undique gentium ejectae profligataeque, 1516)
Autor: Erasmo de Rotterdam
Editorial: Acantilado
Colección: Cuadernos del Acantilado


Copyright:

© 2020, Eduardo Gil Bera (de la traducción)
© 2020, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)

Traducción: Eduardo Gil Bera
Edición: 1ª Edición: Abril 2020
ISBN: 9788417902063
Tapa: Blanda, Bolsillo
Etiquetas: religión cristianismo ensayo política filosofía Renacimiento guerras literatura neerlandesa pacifismo paz humanismo Erasmo de Rotterdam
Nº de páginas: 83

Argumento:

Erasmo de Róterdam, el llamado 'príncipe de los humanistas', redactó su famoso "Lamento de la paz" en 1516, motivado por la fragmentación y el carácter beligerante de una Europa que anunciaba los conflictos de los siglos venideros. El filósofo personifica aquí a la paz para criticar por igual a príncipes, sacerdotes, obispos, nobles y magistrados, en tanto que responsables de las guerras que han enfrentado a los cristianos. En paralelo a esta crítica demoledora, Erasmo lleva a cabo en apenas ochenta páginas una sincera defensa de los valores del cristianismo: la bondad, la caridad, el altruismo y, en esencia, la concordia.

Esta nueva versión de la "Querela pacis" se debe al ingenio clasicista de Eduardo Gil Bera, que ha traducido del latín el famoso opúsculo erasmista.

 

Opinión:

 

El "Lamento de la paz amenazada y menoscabada en todas partes", conocido también entre filólogos e historiadores por su título en latín ("Querela pacis undique Gentium ejectae profligataeque", o "Querela pacis" a secas), representa uno de los primeros eslabones en la corriente pacifista dentro de la historia del pensamiento, precedido por "Sobre la clemencia" de Séneca. Frente a esta postura tan moderna, recuérdense las vetustas palabras de Heráclito de Éfeso: "La guerra es común a todas las cosas"; o también aquella máxima latina erróneamente atribuida a Julio César: "si vis pacem, para bellum" ("si quieres la paz, prepara la guerra"). Contra esta postura tradicional, que sería la adoptada por los monarcas y nobles del Renacimiento (seguidores, en este sentido, de Maquiavelo), Erasmo propone un irenismo radical, es decir, la defensa a ultranza de la paz, amparándose sobre todo en la doctrina católica.

Apenas un año antes, en 1515, Erasmo de Róterdam ya había publicado la obra "Dulce bellum inexpertis", inspirada por los cruentos enfrentamientos entre católicos y protestantes a principios del siglo XVI. Un año después, anticipándose a las 95 tesis que Lutero estaba a punto de clavar en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg, el filósofo humanista publicó el "Lamento de la paz", una obra de gran profundidad emocional en la que apelaba a todos los grandes cargos europeos (gobernadores y eclesiásticos) para concienciarlos sobre la importancia de la paz y su vinculación con la fe. La obra aparecía precedida por una breve dedicatoria, de apenas un par de páginas, a Felipe de Borgoña, obispo de Utrecht y hermano del obispo que había ordenado sacerdote al propio Erasmo en 1492.

En el "Lamento de la paz", Erasmo abandona su propia voz autorial y cede el discurso a una sincera y comprometida personificación de la paz. Esta inicia su discurso reflexionando sobre las características que, según popularizó el ideario humanista, hacían del ser humano un animal único y privilegiado entre todos: el raciocinio, el lenguaje, la virtud, el conocimiento, la sensibilidad… Visto así, la naturaleza parece habernos propiciado innumerables alicientes para aspirar a la paz y a la concordia, pero rápidamente la voz narradora retrocede en su argumentación y reconoce que la realidad contemporánea del hombre dista mucho de la imagen que se podría esperar de él a partir de esa naturaleza. Es entonces cuando eclosiona el auténtico valor del ensayo: la fe y el convencimiento en la existencia de una concordia de raíz cristiana. Erasmo no duda en recurrir a las sagradas escrituras para justificar sus ideas: a lo largo de su texto retomará fragmentos de Isaías, David y Pablo, pero, como era de esperar, son las propias palabras de Cristo las que más abundan en su imaginario pacifista.

El "Lamento de la paz" es uno de los textos más originales de Erasmo gracias a su ambivalencia: el tono reivindicativo y apologético permite leerlo como un magnífico opúsculo humanista, pero el rigor de los argumentos y la naturaleza de los mismos convierten toda la obra en una de las más excelsas manifestaciones de la filosofía política, al nivel de Maquiavelo, de Tommaso Campanella o de Francisco Suárez

 

Darío Luque

 

 

 

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