Lagartija

Opinión:

La magia de acercarse a una autor o autora por primera vez, sin saber absolutamente nada sobre ella, es que puedes apreciar ciertos matices sin dejarte influenciar por obras anteriores o por análisis previos de las mismas. Desconocía por completo la obra de Banana Yoshimoto. Me llamó la atención el título, y la portada de esta edición de Tusquets, que consigue transmitir una extraña nostalgia, propia de aquellos que viven en esas grandes ciudades llenas de gente, pero que sienten una curiosa soledad que los empuja a observar. Los relatos de Yoshimoto son un observatorio, pero no desde la distancia, sino desde la proximidad. Podríamos decir que estamos ante una peculiar literatura del yo, no porque la autora ponga sobre el papel sus vivencias en una especie de autoficción, sino porque todos los protagonistas de estos seis cuentos nos hablan en primera persona, desde su yo más profundo y sincero.

Y es probablemente esta proximidad la que fascina, pues consigue abrir el alma de sus personajes sin que resulte incómodo o dramático. Todos ellos están pasando por un momento clave; todos ellos están en un impasse que puede llevarlos en una dirección u otra. Y todos comparten sus dudas, sus miedos. En «Recién casados» descubrimos a un hombre que viaja en tren y que recibe una visita, quizás real, quizás simbólica, que hace que plantee su miedo a llegar a casa. En el relato que da título a la recopilación, «Lagartija», vemos una historia de amor peculiar, donde un secreto planea sobre ellos, alejándolos… o uniéndolos todavía más. Otros relatos, como «La espiral», juegan con el poder de la memoria, con el miedo que tenemos a que nos olviden, a que aquel que dice amarnos vaya perdiendo piezas de nuestra historia y acabe por borrarnos. Infidelidades, espiritualidad y un pasado que puede llegar a marcar el tipo de relaciones que mantenemos en el futuro… Un estudio del alma humana sutil, elegante y silencioso, como un susurro.

Porque Yoshimoto no entra a lo bruto en la vida de sus personajes. Deja que fluya, como su prosa, que sabe moverse a buen ritmo, con imágenes que se entremezclan con frases cortas y concisas. Un universo bello a pesar de la tristeza; un universo vivo a pesar del miedo. Una visión dura de la existencia, que destila a su vez una hermosa nostalgia y una dulzura que apunta a que, a pesar de todo, siempre hay una esperanza. Una esperanza que nos dice que, en el camino, ese bache, esa curva oscura, puede dar paso a algo más luminoso que deje que podamos convivir con el dolor, con el pasado, con la pena, aunque no podamos librarnos de ella.

Una recopilación intensa y de una belleza suave para degustar con calma.

Inés Macpherson