La vida feliz

Opinión:

Éric Kherson, un individuo atrapado entre una vida laboral más o menos satisfactoria y una soledad que lo inunda, divorciado y con un hijo al que nunca ve, ve su vida transformada cuando recibe una propuesta de una antigua compañera de estudios. Ella ocupa ahora un trabajo de importancia en el gobierno, y le ofrece -pese a que probablemente no es el candidato ideal- un puesto de responsabilidad.  Este hecho acabará cambiando su vida, aunque de una manera bastante diferente a lo que uno podría imaginar inicialmente. Movido más por un impulso que por la reflexión, Éric acepta. Durante un viaje a Corea del Sur con el objetivo de negociar una nueva inversión de una gran empresa en Francia, entrarán en contacto con la tienda que lo cambiará todo: ¿qué sucedería si uno simulara su propio funeral? La idea última de esta experiencia no es un juego macabro, sino la posibilidad de reinventarse cuando ya no se sabe qué hacer con la vida. Esta experiencia, diseñada para enfrentar el miedo a la muerte y reactivar el deseo de vivir, ofrece a Éric una oportunidad única de replantearse su vida desde una perspectiva completamente diferente. Al verse confrontado con su propia mortalidad, algo se despierta en él, obligándolo a reevaluar las decisiones que ha tomado, el vacío emocional que lo rodea, y las expectativas sociales que hasta ese momento ha seguido ciegamente.

La novela explora un fenómeno auténtico que para el público occidental es tan chocante que parece sacado de una novela: la moda surcoreana de organizar funerales simulados, que se viven colectivamente con una pretensión catártica. Los participantes de estas curiosas ceremonias afirman que esta experiencia es una terapia efectiva para recuperar el bienestar y la alegría de vivir.

En su viaje hacia el autoconocimiento, Éric se ve obligado a enfrentar una serie de deudas emocionales que ha acumulado a lo largo de los años. Una culpa que se remonta a su infancia se ha instalado en lo más profundo de su ser, envenenando sus relaciones y obstaculizando su progreso. Para deshacerse de esta carga, necesitará confrontar su historia personal y hacer las paces con sus demonios internos. Como en otros libros del autor, la narración tiene aproximaciones al pensamiento new age y un aroma de manual de autoayuda.

La esencia de la novela gira en torno a una pregunta crucial: ¿es posible liberarse de las presiones sociales y reinventarse para alcanzar una vida más auténtica y satisfactoria? Foenkinos sugiere, como en la ceremonia surcoreana, que la aceptación de nuestra propia mortalidad es lo que nos impulsa a valorar el presente y a buscar la felicidad. Al enfrentar la inevitabilidad de la muerte, el deseo de aprovechar cada momento se intensifica y se convierte en algo vital.

La novela ofrece este proceso de autotransformación, envuelto en una prosa en el que la especulación es tan importante o más que la peripecia, retratando las dificultades de la existencia a través de frases sencillas pero significativas. El autor francés, reconocido por obras como La delicadeza (comienzo de su popularidad) y Charlotte, demuestra en "La vida feliz" su habilidad para tratar temas universales desde una perspectiva personal que nos invita a la reflexión.

Rafael Ruiz Pleguezuelos