La vida en el límite de la vida

Opinión:

Pocos de los que amamos la montaña consideramos el alpinismo (o montañismo) un simple deporte. Es una forma de vivir; y así lo transmiten los autores de "La vida en el límite de la vida".

En las montañas los hombres se conocen a sí mismos, aprenden a superarse, a combatir sus miedos, a perseguir un sueño que puede ser difícil, peligroso, extenuante..., pero que se ha instalado en algún punto interior desatando emociones y pasiones. Allá arriba se vive con intensidad, se despierta el compañerismo y aparece lo mejor (también lo peor en ocasiones) de los seres humanos. Pero las dificultades, no obstante, tienden a unir a las personas. Esta visión romántica del montañismo nació con él, cuando alcanzar una cumbre era un reto personal, incomprensible para muchas personas y que, por lo general, no reportaba beneficio alguno. Ahora, lamentablemente, en algunas cimas las expediciones comerciales y turísticas han hecho de lo que algunos definen como "una inigualable escuela de vida" algo más mundano y materializado.

Sebastián Álvaro y Jose Mari Azpiazu han logrado transmitir a los lectores el cómo y por qué del alpinismo. Comparan una expedición con la propia existencia: Un camino que se recorre paso a paso salvando dificultades, fortaleciendo el espíritu, aprendiendo a conocerse a uno mismo y hasta vibrando de emoción ante cada logro conseguido.

Entre experiencias de toda índole, en "La vida en el límite de la vida" asistimos a algunas tragedias de las que todavía no se conoce la auténtica verdad y están rodeadas de misterio. Como ejemplo, la ascensión de Mallory e Irvine en 1924 al Everest, a los que se vio a pocos metros de la cumbre antes de que la niebla los borrara para siempre... ¿Llegaron a la cima del monte más alto de la Tierra, fueron los primeros en conseguirlo y murieron durante el descenso? ¿Por ese motivo los bidones de oxígeno quedaron en un recodo? No tenía sentido desprenderse de ellos antes de la cumbre, pero sí al descender puesto que ya no eran necesarios... Pero si ya había suficientes incógnitas sobre lo sucedido con los dos montañeros, el hallazgo del cuerpo de Mallory en 1999 no solo no sirvió para esclarecer lo sucedido en aquella ascensión sino que aumentó la intriga: La foto de la esposa de Mallory, que él prometió dejar en la cumbre del Everest, ¿por que no estaba entre los papeles o dentro de la cartera del alpinista desaparecido, todo ello entre sus restos? ¿Por qué las gafas de sol aparecieron en el bolsillo de su camisa? Si no las usaba en el momento de despeñarse, ¿sería porque el Sol ya estaba muy bajo y el accidente se produjo durante el descenso? Mallory luchó por el Everest, estaba obsesionado con esa cumbre... Por el momento, si llegó a la cima o no, solo lo sabe él y la montaña; el misterio no se ha resuelto. Pero si algo está claro es que, para bien o para mal, su nombre quedó unido al monte más alto de la Tierra, fundidos ambos desde 1924.

La trágica desaparición de Mallory e Irvine es solo un ejemplo de lo que se puede hallar en el libro. Solo consultando el índice de capítulos ya puede verse lo transversal y heterogénea que es esta obra y los muchos aspectos que tiene en cuenta. Sus 223 páginas, condensadas en textos cortos pero clarificadores junto a incontables fotografías son suficientes, no obstante, para adentrarse en el mundo del montañismo y conocerlo mejor.

Hay algo más a destacar de este libro: su belleza. Editado en papel satinado y con impresionantes instantáneas de diversas zonas del planeta, la mayoría de ellas a página completa, es, sin duda, un tesoro para los amantes de la montaña y una obra atractiva para cualquier aficionado a la fotografía paisajística.

Pilar López Bernués