La última juerga

Opinión:

Todos los que vimos la película o hemos podido disfrutar de la novela "Historias del Kronen" nos hemos planteado alguna vez la misma pregunta, ¿qué habrá sido de Carlos, el protagonista?, seguirá viviendo en una interminable fiesta llevándose por delante todo cuanto puede sin importar que sean objetos o personas, continuará manteniendo esa pose de creerse por encima de los demás e importarle un comino el futuro, o habrá terminado hace tiempo con sus huesos en alguna cuneta, barranco o el fondo del mar.

Ante nuestras dudas, el autor no nos hace sufrir y hace que acompañemos al protagonista a una visita al médico después de haber escupido sangre en el jardín de la casa de su hermana: el diagnóstico, cáncer de pulmón avanzado y un historial como consumidor habitual de heroína y otros vicios. Nada que nos sorprenda a quienes le conocimos, como tampoco lo hace el pasotismo con el que recibe la noticia; todo un personaje fiel a un modo de vida donde priman los caprichos y los excesos. Tras recibir la noticia no creáis que sufre una depresión, llora o se queda en el hospital para realizarse todas las pruebas oportunas, no, se va a una fiesta del mundillo audiovisual al que pertenece.

Pedro y Roberto, antiguos amigos de hace veinticinco años que supieron poner freno a la juventud y afrontar otro tipo de vidas se ven arrastrados por Carlos en un reencuentro de insospechadas consecuencias, conociéndoles solo cabe esperar un único desenlace, y hacia él nos dirigimos. Por el camino vamos matando etapas, enredándonos en una especie de thriller, o mejor dicho juego de trilero, en él que la partida le demanda hacerse el héroe protegiendo a una prostituta rumana.

Un viaje a los recuerdos, donde dejarse caer por algunas salas de aquella movida de los noventa que tuve la suerte de vivir, turismo nocturno por las calles de Madrid con una banda sonora inagotable, recuerdos de una ciudad que "muda la piel para mantenerse fiel a sí misma".

Una narración que se lee al ritmo impuesto por un protagonista impredecible, una bomba de relojería a punto de estallar y salpicarnos, el nacimiento de un mito.

Porlomenix