La sangre de los crucificados
Título: La sangre de los crucificados
Título Original: (La sangre de los crucificados, 2007)
Autor: Félix G. Modroño
Editorial:
Algaida
Colección: Algaida Narrativa
Copyright:
© Félix G. Modroño, 2007
© Algaida Editores, 2007, 2016
Edición: 1ª Edición: Octubre 2016ISBN: 9788490676783
Tapa: Blanda
Etiquetas: aventuras asesinatos asesinos en serie Cristo detectives misterio ficción histórica histórica inquisición intriga literatura española Madrid novela trilogías thriller siglo XVII Sevilla Austrias barroco Salamanca Carlos II sagas
Nº de páginas: 352
Argumento:
A requerimiento del obispo de Zamora, el doctor en medicina don Fernando de Zúñiga acude para esclarecer la aparición de un cadáver y una talla de madera. El asombroso parecido entre el asesinado y el Cristo crucificado depositado en la residencia episcopal da inicio a una investigación que le llevará a Salamanca, Madrid y Sevilla.
La habilidad del doctor para resolver enigmas y su poder de deducción le ponen pronto sobre la pista de un escultor huidizo que podría haber cometido más crímenes por otras ciudades. La Iglesia, la monarquía, la Inquisición y diferentes gremios de artesanos en torno al Barroco se dan cita a finales del siglo XVII.
Opinión:
Porlomenix
La primera de las aventuras de Fernando de Zúñiga está cargada de misterio e intriga, dos géneros que maneja a la perfección. A través de una serie de asesinatos y las pistas que va dejando el imaginero, nos traslada a distintos lugares de la geografía española recabando información y estrechando el cerco al asesino.
El gran realismo de cada Cristo con los brazos en cruz que va apareciendo a los pocos días de los asesinatos y los enigmas escritos en latín empujan a pensar en una serie de asesinatos premeditados de los que su autor se siente orgulloso hasta el punto de desear ser descubierto. Un rompecabezas con el que el autor juega con nosotros en una carrera contrarreloj en la que el artista va un paso por delante, mejorando su obra anterior y reflejando la agonía de los crucificados.
Frenar la aparición de la siguiente víctima se convierte en una obsesión para el médico convertido en investigador y Pelayo, el criado del obispo. Ambos visitan los escenarios de los crímenes así como los santos lugares donde se encontraron las esculturas. Comienza de esta manera una relación entre ellos que les sirve para encontrarse en sus respectivos pasados. Gracias a las aventuras que les suceden fortalecerán su amistad, como así veremos en nuevas entregas de la saga.
La relación con Mariana de Austria, madre del rey Carlos II, y su condición de vizconde del Castañar en reconocimiento a su labor como médico del futuro heredero, le abrirá las puertas de palacio y los aposentos de la reina madre, con la que tendrá negocios paralelos a la trama de asesinatos. El gran secreto de Carlos II tiene dedicado uno de los capítulos, por el que correrán las intrigas de palacio referentes a la sucesión del último rey de los Austrias.
En el plano personal conoceremos al viudo don Fernando y el amor que profesa a sus dos hijas, Cristina y Leonor, alojadas en un convento; su juventud en Salamanca donde aprendió medicina y algunas anécdotas de su vida con las que iremos confeccionando el perfil del personaje.
El resto de actores que intervienen en la novela no representan más protagonismo que el correspondiente en cada episodio, no obstante, es bueno recordarlos porque aparecerán de nuevo en otros momentos decisivos de la trama.
En la parte histórica nos encontramos con la Inquisición y uno de esos relatos que ponen la piel de gallina. También con algunos datos sobre la monarquía y la devoción de los habitantes de las ciudades de Zamora, Salamanca, Madrid o Sevilla tan ligadas a la imaginería. Mediante la descripción de rincones y obras del Barroco, el autor nos realiza una invitación para recorrer puntos de la geografía como una sugestiva ampliación de la lectura.
Porlomenix, 2016
Anika Lillo
Este es, según portada del libro, el primer caso de don Fernando
de Zúñiga, un detective del Siglo de Oro, y se completará con una
trilogía.
A priori, lo primero que se le viene a la cabeza al lector es la
novela que inició la novela histórica con ficción convertida en
best seller: "El nombre de la rosa" de Umberto Eco. Coincidencias tiene algunas,
como la pareja detectivesca (don Fernando de Zúñiga y el joven
Pelayo), la época y ambiente, etc… Pero, por supuesto,
Félix G. Modroño no podía repetir la novela porque
entonces carecería de todo interés así que él ha ido por otros
derroteros y ha cambiado al asesino misterioso de Eco, por un
asesino que deja pistas y cuya característica
principal es calcar en cristos crucificados las caras de
personas de carne y hueso que aparecen muertas.
Lógicamente está claro que lo que hará esta pareja de detectives
será buscar al asesino sirviéndose de las pistas, lo que no está
tan claro es por qué lo hace, y he ahí el quid de la cuestión. Al
propio detective, eso es precisamente lo que más le interesa.
Por otro lado el asesino tiene un pasado por el cual se comporta
como se comporta, y esa será la parte más interesante de la
trama.
Lo que más me ha gustado a mí ha sido, aparte de lo que acabo de
mencionar, la relación entre Fernando de Zúñiga y el joven Pelayo.
Una relación, en el caso de Pelayo, imposible de padre e hijo que,
sin embargo, irá evolucionando hacia el cariño. El detective y
doctor es una persona aparentemente seria y sólo la inocencia de
Pelayo le hará ser divertido, soltar alguna risotada, ser ocurrente
y provocarle algunos sustos de los que él disfrutará de nuevo,
porque, como en toda historia de policía o detective con pasado,
don Fernando tiene el suyo, y es de cajón que no será alegre. Eso
sí, ante las mujeres será un galán, educado, adulador y sobre todo
bromista con respecto al joven Pelayo.
En cuanto al mismo Pelayo descubriremos un
secreto que tendrá cierta relación con don
Fernando, y ahí será donde el detective descubra que por cariño se
puede uno equivocar en sus decisiones. Esa parte me ha gustado
especialmente.
Creo que la relación de convivencia con Pelayo, un simple
sirviente sin duda algo despierto, enriquece mucho la vida de don
Fernando de Zúñiga, a la par que saca lo mejor del detective.
La relación del conde con la reina es de lo más curiosa y también
resulta de lo más atractivo de la novela. Lo mismo podría decir de
su propio carácter intuitivo y racional, así como de su
shock al presenciar un auto de fe que culmina con la
condena y quema en hoguera de muchos ciudadanos. Pero este tipo de
cosas no son las que van cronológicas en el libro, sino que son
flasbacks que Félix G. Modroño va
introduciendo para que conozcamos su carácter y el por qué de
muchas de sus decisiones.
Los flashbacks invitan, a su vez, a recordarnos parte de
la historia monárquica en cuanto a descendencias y
sus reinados.
La historia comienza muy bien, tiene cierto parón que se recupera
a mitad del libro y luego se lee con bastante agilidad aunque
personalmente no me ha gustado demasiado. Deja de ser completamente
histórica cuando introduce un elemento fantástico pero lo hace como
anécdota.
En la novela el thriller pasa a un segundo plano
a mitad del libro para conocer mejor la vida actual de Fernando de
Zúñiga en Madrid así como su relación con la reina Mariana, madre
de Carlos II, no obstante sigue resultando interesante aunque quizá
los amantes del thriller en estado puro y la
intriga vean en esto una parada innecesaria.
Si le tengo que poner un "pero" sería en cuanto a lo siguiente: el
asesino deja su firma y juega con el detective dejándole
complicadísimas pistas que le llevarían a descubrir cuándo se
cometería el siguiente asesinato, y encuentro excesivo el
conocimiento de Fernando de Zúñiga capaz de resolver no el
significado del anagrama si no la relación que existe con el
anagrama y el lugar del próximo asesinato o el lugar donde estaría
la próxima pista, porque es como si tuviera una enciclopedia en la
cabeza. Demasiadas casualidades al respecto: o ha estado en el
sitio, o ha pasado por ahí, o lo recuerda de verlo en un cuadro…
etc. Parece un poco sacado de la manga.
Es una novela repleta de secundarios fácilmente olvidables, lo
cual no es malo, el autor se sirve de este tipo de personajes para
ir avanzando en la novela.
El asesino, por su parte, no expone pistas con fácil visibilidad
ni fácil resolución porque quiere ser reconocido por su arte pero…
a su tiempo. Sin embargo no cuenta con que Fernando de Zúñiga y
Pelayo vayan tan rápido, convirtiendo así las últimas páginas de la
novela en una búsqueda contrarreloj por parte de detectives
y asesino, algo que encantará a los lectores.
Por supuesto no es esto todo lo que ocurre en la novela y las
partes más interesantes son dignas de ser aprovechadas por el
lector, saborearlas y disfrutarlas, pero para ello hay que leerse
el libro.
Anika Lillo, 2007
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