La puerta

Opinión:

"La puerta" es, de momento, junto a "Veinte" su mejor novela para mí. Va a seguir publicando de modo que ya veremos si se ha puesto el listón muy alto o va a seguir sorprendiéndonos, pero ya puedo decir que me he leído esta novela fascinada porque toca un género que me maravilla y me subyuga: no puedo apartarme de un libro cuando los coprotagonistas pueden ser espíritus, entes malignos o similares. Vamos, que ha escrito sobre lo que más me gusta.

Al ambientar los escenarios en esa Galicia rural en la que siempre llueve, tierra de antiguos celtas que aún conserva su mitología, como la propia gallega, nos movemos en un mundo donde lo real se mezcla con la leyenda, y así podemos disfrutar de momentos místicos, de la santa compaña, las curanderas, las voces de ultratumba, las logias, las tradiciones ancestrales y mucho más, siempre con el agua encima y con esa sensación de que el reloj, en aquel sitio, corre de manera distinta a las grandes capitales de donde viene ella. Menos para Raquel y Julián, cuya única opción es localizar cuanto antes a la desaparecida sanadora porque de lo contrario el crío tiene los días contados, así que en su caso todo es a contrarreloj.

Una de las cosas más fascinantes en esta novela de fantasmas es que es como un juego de ilusionismo óptico. Se podría decir que el autor plantea varias posibilidades para que el lector deduzca cuál es la correcta. Por ejemplo, ¿ve el niño fantasmas porque el cáncer, situado en el cerebro, está empezando a afectarle? Le dijeron que pasaría de modo que igual es eso. Además tiene un pie ya casi en la tumba ¿es posible que eso provoque que él vea cosas que otros no pueden ver?... ¿Ve, escucha o siente ella algún ente maligno provocado por la sugestión y el estrés que la tiene ya al límite? ¿O todo se reduce a las drogas, algún tipo de hongo alucinógeno, o alguna planta cuyas esporas o semillas o simple inhalación te hace ver lo que no hay y escuchar lo que no existe? Porque Raquel y Julián, una vez se trasladan al pueblo de Fosco,  donde apenas hay casas y habitantes, se instalan en una gran casa que tiene su réplica en el ala derecha, y esa que está sin habitar es fantasmal, arcaica, ruinosa y peligrosa. Sí, podría ser sugestión, podrían ser hongos o alcaloides, podría ser estrés, podría ser el cáncer… o podrían ser fantasmas y entes malignos de verdad…

Raquel y Julián te llegan al corazón porque hablamos de un niño enfermo que tiene los días contados y una madre que lo deja todo para buscar la opción a la que nadie optaría de tener en la medicina la cura definitiva. La desaparición de la curandera es puro misterio, un enigma a resolver, y lo mejor de todo es que cuando Raquel ve a la chica sacrificada en la Puerta de Alén, un enclave sagrado y mítico celta en las montañas gallegas, reconoce en ella a la chica con la que habló que le dijo que ella era la muestra de que la curandera sanaba de verdad, porque a ella la había ayudado. Ese es uno de los varios misterios que aparecen en la novela. A partir de aquí sabemos que TODO está relacionado y que no saben NADA, de modo que Raquel tiene mucho por descubrir y poco tiempo que dedicar a esa búsqueda si quiere mantener con vida a su pequeño.

Pero si hay un personaje -entre los varios que salen- que provoca aún más ternura y resulta entrañable, es su compañero, Juan Vilanova, un agente que lleva cuatro años allí, un tipo que engorda sin comer, que se ruboriza o se pone nervioso ante ella en algunos momentos, que genera simpatía y buen rollo, y que se convierte en pieza fundamental en su vida. Un tipo que se gana nuestros corazones.

Ocurren muchas cosas en esta novela -que obviamente no se pueden contar para evitar spoilers- pero hay una escena concreta de una habitación cerrada en la que Raquel piensa que aquello es como un enigma de Agatha Christie. En cierto modo prácticamente está todo ya escrito, pero no siempre es lo mismo. De hecho esta historia de "La puerta" no es novedosa del todo, hemos podido leer o ver cosas similares antes en películas; lo que provoca la magia es lo que la envuelve, sus personajes, su tino al transmitirnos el frío de la lluvia, el aislamiento de los pueblos de la España vacía, la tensión doble provocada por la inminente muerte del niño y el estrés añadido por no localizar a la sanadora…

A mí me ha resultado una lectura fascinante, al margen de que haya podido acertar en alguna de mis sospechas, porque lo que importa es lo que transmite y cómo lo hace, y si los personajes te llegan al corazón, y si consigue crear tensión, suspense y entretenerte de verdad, y "La puerta" lo consigue con creces. Estos personajes se quedan en mi corazón para siempre.

Anika Lillo