La piedra del monarca (juvenil)

Opinión:

La magia es una constante en el mundo de la literatura juvenil. Tramas en las que todo es posible, en las que todo lo que imaginamos se puede hacer real, son la piedra angular de una temática que ha superado las barreras de la edad y del tiempo hasta convertirse en una de las preferidas por lectores totalmente adultos. Artur Balder se basa de todos los tópicos de este tipo de historias para construir una novela que encandila a niños y a adultos sin que resulte excesivamente complicada.

"La piedra del monarca" tiene un referente claro, "El señor de los anillos" de Tolkien, y otro más disimulado, "La fuga de Logan" de William F. Logan y George Clayton Johnson. En realidad nos encontramos ante un viaje iniciático en toda regla en el que el joven Bláin irá madurando, aprendiendo lecciones de la vida, haciendo sus propias elecciones, mientras un mundo maravilloso se despliega ante sus ojos. Situar la acción en el S.VIII le sirve a Balder para recrear todo el oscurantismo de un época dominada por el temor a Dios, la superchería, la Alquimia y los cuentos, y para dar una lección de historia sobre los Carolingios de la que más de un profesor tendría que tomar nota porque demuestra sin tapujos que la Historia puede ser narrada de manera amena sin perder un ápice de veracidad. Estos dos mundos, el Histórico y el Mágico, se superponen en la trama como capas de una cebolla para, finalmente, fundirse como la famosa Piedra Filosofal.
 
Adentrarse con Pelo de Cobre en el Reino Peligroso es toda una experiencia, el Reino en el que toda la Magia tiene lugar, en el que los cuentos se hacen realidad, es el mundo en el que el protagonista irá adquiriendo su madurez. Toda una declaración de intenciones sobre algo que ya sabemos, La Magia es necesaria aunque sólo sea para darnos cuenta de que nosotros somos sus artífices, de que en nuestro interior se encierra todo el potencial que, a lo largo de los siglos, creíamos que estaba en manos de magos y adivinos. En este sentido la Piedra que Bláin tiene que destruir se convierte en su particular Monte del Destino, el lugar al que sólo se llega una vez superados todos los miedos y obstáculos; es sin lugar a dudas el mismo Santuario que Logan buscaba en su historia, algunos lo llaman alma, otros lo llaman conciencia, ese rincón interior que todos tenemos y al que en muy pocas ocasiones acudimos. Es ahí, dentro de nosotros donde la magia tiene lugar, una vez que somos conscientes de ello, nos liberamos y nos creemos capaces de hacer todo aquello que nos propongamos.

Cuando el protagonista destruye La Piedra del Monarca, consigue liberar toda la magia que encierra y esta se esparce por todo el mundo de lo visible por lo que todos podremos realizar cualquier acto que nos propongamos. Frodo libera la Tierra Media al destruir en anillo único en el Monte del Destino, Bláin hace lo mismo con una Europa que necesitaba unirse bajo una sola corona, la espada forjada con fuego mágico (que no es otra cosa que tesón, valor y decisión) llevará a Carlomagno a convertirse en Emperador. Pero, por encima de todas las cosas, esta acción llevará a Bláin a recuperar a quien creía perdido, a creer en sí mismo y, al resto de personajes, a no temer en la magia y a usarla para lograr una convivencia más feliz.

Llegado este punto nos damos cuenta de que nunca hemos estado leyendo una historia de ficción, tenemos en nuestras manos un auténtico tratado sobre cómo la magia nos pertenece y cada uno tenemos un pedacito de ella dentro esperando a que sea utilizado, por supuesto, es algo que no debemos desperdiciar, malgastar y, mucho menos, volverlo en contra de ningún ser porque, en realidad, todos estamos hechos de la misma materia mágica que, en cierta medida, nos hace iguales.

Hay veces que nos empeñamos en acudir a curanderos, sanadores, videntes que nos den la pauta para conseguir el éxito o aquello que anhelamos desde hace tiempo sin darnos cuenta de que con sólo conocernos a nosotros mismo, con solamente romper la coraza de "La Piedra del Monarca" que todos poseemos, seríamos libres para realizar cualquier prodigio. En este caso lo que realmente cuenta es intentarlo.

Patricia Rubiera