La parte recordada

Opinión:

No es fácil escribir sobre "La parte recordada", tercera y última parte de una colosal trilogía sobre la escritura, pues es un libro que escapa a toda definición: su tendencia reflexiva y repetitiva lo acerca al ensayo, su mínima trama narrativa lo vende como novela y su intento de autoficción podría acercarlo a la autobiografía. No es nada y lo es todo, sin duda. Como en "La parte soñada" y "La parte inventada", en esta tercera entrega se nos ofrece a un personaje que es, a su vez, escritor. El narrador persigue con una mirada entre irónica y cínica a este escritor que en algún momento dejó de escribir y ahora se dedica a recordar: a su hermana Penélope (nombre simbólico y cargado de significado), que fue mejor escritora que él; a su tío Hey Walrus, obsesionado con The Beatles; sus viajes en avión, o también la novela "Tender Is The Night" de F. Scott Fitzgerald, obra preferida de sus padres.

El ejercicio memorialístico, sagazmente relato por un narrador externo, se desvela poco a poco como un difícil juego literario. La información sobre la vida del personaje-escritor se nos va ofreciendo poco a poco, a cuentagotas: en algún momento nos habla de sus libros publicados, en otro pasaje recuerda a su hermana o a sus padres, también nos habla de un tal IKEA, supuesto discípulo suyo al que no le guarda ninguna estima, o relata alguna experiencia en los muchos aviones a los que había subido. Curiosamente, una tendencia de esta obra es la construcción de la identidad de los personajes de forma rizomática, ligando a la identidad alguna forma cultural (un autor, una novela, un grupo de música) a partir del cual se extraerán numerosas consideraciones y reflexiones artístico-literarias cuando se mencione al personaje en cuestión. Así, el personaje protagonista va ligado a la figura de Vladimir Nabokov, su tío Hey Walrus se vincula a The Beatles, sus padres a Scott Fitzgerald y su hermana a la ciencia ficción.

De esta manera, "La parte recordada" se construye como un rizoma en el que todos los elementos parecen estar conectados entre ellos, y se repiten una y otra vez, desvelando nuevas correspondencias y relaciones inesperadas. El autor acompaña esta recurrencia temática con numerosas anáforas y paralelismos sintácticos que otorgan al texto una tendencia obsesivo-compulsiva capaz de singularizar la narración. Asimismo, es asombroso el diálogo que Rodrigo Fresán establece entre los paratextos y el texto de la obra, e incluso entre los epígrafes que preceden a cada una de las secciones del libro. "La parte recordada", como sus dos obras precedentes, se erige en el ideario de Fresán como un sincero diálogo literario formado por múltiples capas: es la disección de un escritor y de su capacidad de recordar, pero al mismo tiempo ofrece a los lectores una reflexión sobre las tendencias literarias del presente (la autoficción, las memorias, la ciencia-ficción, la literatura de las redes sociales) y sobre su propia creación literaria.

Dicho esto, creo conveniente avisar a los lectores de que "La parte recordada" no es una obra fácil, ni accesible para todos, ni mucho menos de literatura 'placentera', por entendernos. Los únicos lectores que encontrarán placer en esta lectura serán los atrevidos y conscientes del mecanismo lúdico-narrativo que Fresán despliega a lo largo del libro.

Darío Luque