la oscuridad de los sueños

Opinión:

Jack McEvoy, el protagonista de esta novela, representa el periodismo de siempre, el reportero pegado al teléfono o pateando las calles, con un bloc de notas en el bolsillo y la mirada siempre atenta. Un periodismo que parece anticuado y obsoleto en los tiempos que corren, en los que la información es inmediata y asequible, disponible en la red horas antes de que aparezcan los diarios en papel. Sobre la novela planea la idea de que, dentro de unos años, dichos periódicos dejarán de existir y todo el mundo leerá las noticias en Internet.
 
Michael Connelly fue periodista durante muchos años, y se conoce el mundillo a la perfección. Cómo se crean las noticias, cómo se deciden los titulares, cómo funciona una Redacción… y ese conocimiento queda perfectamente reflejado en la novela. Su experiencia y sus contactos le permiten dibujar una panorámica no muy halagüeña para la prensa escrita, con reducciones drásticas de plantilla y sustituciones de redactores de la vieja escuela por jóvenes recién licenciados que, además de cobrar mucho menos, dominan la tecnología a la perfección. En esta novela, Connelly reivindica la figura del periodista de siempre y lo hace a través de su protagonista, Jack McEvoy.
 
Pero su libro pone sobre el tapete otro asunto relacionado con la tecnología, como es la gran cantidad de información personal que los jóvenes vuelcan en la red, ya sea en blogs, redes sociales o chats, información a la que cualquiera con unos conocimientos mínimos puede acceder: el colegio en el que estudiaron, dónde comen habitualmente, cuál es el nombre de su mascota (y probable contraseña del correo electrónico), qué bares frecuentan y un sinfín de datos en apariencia inofensivos, fotografías incluidas, que pueden servir para localizar a alguien sin problemas.
 
Con esa base, Michael Connelly construye un thriller trepidante que avanza por dos caminos. Por uno de ellos, y en tercera persona, el asesino investiga a sus víctimas, las estudia, las localiza, las encuentra y las mata. Por el otro, en primera persona, el periodista lleva a cabo una investigación que pretende ser su canto del cisne antes de abandonar L.A. Times, un reportaje que nace como un estudio de la personalidad de un joven acusado de homicidio y que termina convirtiéndose en la caza de un asesino en serie.
 
La evolución de ese reportaje es magnífica. El modo en el que el periodista va atando cabos y descubriendo que la historia es mucho más de lo que parece es de lo mejor de la novela. La dosificación de la información y los hilos de los que el protagonista va tirando atrapan la atención del lector de inmediato, manteniéndolo en vilo hasta el final. La inteligencia del periodista, y sobre todo su experiencia y su templanza, son esenciales para relacionarlo todo de la forma adecuada e ir rellenando los huecos de una trama perfecta, bien ensamblada y bien estructurada.
 
Los personajes están muy bien trabajados, especialmente el del protagonista, que se ve arrastrado y engullido por su propio reportaje, y que capta el interés del lector desde el inicio. Una prosa fluida y buenos diálogos acompañan a Jack McEvoy durante toda la trama.
 
Con este libro, Michael Connelly vuelve a demostrar que es uno de los mejores escritores de novela negra del mundo. Y no exagero ni un poquito. La oscuridad de los sueños me da la razón.  
 
Pilar Alonso Márquez