La niña y el lobo

Opinión:

Guillermo Orsi, ganador de premios como el Emecé, el Umbriel de la Semana Negra, el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona o el Premio Dashiel Hammett de Novela Negra, ofrece un relato donde se mezcla la sumisión por ignorancia, el horror y la venganza.
 
Con un estilo donde parte del protagonismo se lo llevan las frases largas plagadas de comas, como si te estuvieran narrando la historia en voz alta, con esos pequeños parones que significan que aún no ha acabado de contarte algo, que el fin, el punto, aún no ha llegado (exactamente igual que acabo de hacer ahora para dejar una demostración de lo que quiero decir), Orsi comienza con una primera línea muy llamativa. Esa frase que introduce la historia es la que marcará el resto de narración, la que indica que no es normal lo que está ocurriendo. De esta forma, el autor se gana nuestra atención.
 
Y aquello que sugiere en un principio género negro, se torna un mundo de fantasía donde lo onírico cobra mayor importancia, pero con un terrible componente de tragedia, de horror. Y a mí, personalmente, me duele y me atrapa al mismo, porque lo importante es cómo cuentan las cosas, y en este caso Orsi cuenta algo horrible pero dejando que lo entreveas (y "entreleas") en un sueño que no parece sueño, y en unos actos que parecen unos y son otros.
 
Con la llegada de Alicia a la cabaña se descubre algo que pone los pelos de punta. Así finaliza Guillermo Orsi su cuento de la Caperucita Roja, recogiendo la esencia más pura del cuento infantil clásico que no era otra cosa que una advertencia a las niñas sobre cierto tipo de hombres peligrosos.
 
Quizás lo que menos me ha gustado es el esfuerzo que he debido hacer para entender bien todo lo que leía (suele ocurrirme con este tipo de frases muy largas donde se mezcla realidad con metáfora, simbolismos, pensamientos intercalados o evasiones oníricas), pero sin duda lo que más me ha gustado ha sido una parte del final donde Alicia, al fin, recuerda y actúa. El resto, ese final donde habla otra persona y cuenta los hechos, es como el nacimiento de una leyenda urbana. Un punto, sí señor.
 
Anika Lillo