la náusea
Título: la náusea
Título Original: (la nausée, 1938)
Autor: Jean-Paul Sartre
Editorial:
Alianza
Copyright: © Éditions Gallimard, 1983
© Alianza Editorial, 2011
Traducción de Aurora Bernárdez
1ª Edición, Mayo 2011
ISBN: 9788420652764
Etiquetas:
autores
escritores
franceses
literatura francesa
Argumento:
1932. Tras haber pasado unos años viajando por Europa, el norte de África y Extremo Oriente, Antoine Roquentin, historiador de profesión, se establece en la ciudad portuaria de Bouville en Francia para escribir un libro sobre el marqués de Rollebon, un turbio aristócrata del siglo XVIII. Sin embargo, un día se ve asaltado por una violenta y desconocida sensación, la Náusea, que alterará de forma total su percepción de la realidad y el sentido de su vida.
Opinión:
De las muchas (y arbitrarias) divisiones que se pueden hacer dentro del género novelesco hay una que sugiere tres tipos de novelas en función del elemento literario al que el autor le preste más atención. En primer lugar estarían las “novelas de personajes”, en las que éstos y el desarrollo de su psicología son los puntos centrales de la experiencia literaria (pensemos, por ejemplo, en La señora Dalloway, Mujercitas, Herzog, Madame Bovary, Lolita, El Lazarillo de Tormes…). En segundo lugar estarían las “novelas de argumento”, en las que la trama y la sucesión de acontecimientos y puntos de giro son lo que impulsan la narración (buenos ejemplos serían Los tres mosqueteros, La vuelta al mundo en ochenta días, La isla del tesoro, o Harry Potter). Y, por último, estarían las “novelas de ideas”, en las que la ficción sirve para desarrollar o criticar una postura filosófica o ideológica. Dentro de este grupo se encuadraría sin duda La Náusea de Jean Paul Sartre.
Publicada en 1938, La Náusea es, junto con El extranjero de Albert Camus, la novela canónica que desarrolla la corriente de pensamiento existencialista. Esta corriente se inició a finales del siglo XIX y toma como problema central la existencia humana. ¿Qué quiere decir «existir»? ¿Cuáles son las implicaciones terribles de este verbo? Para Sartre, que desarrolla su pensamiento a través del solitario Roquentin, la existencia es un absurdo fundamental, una gratuidad perfecta que se traduce en un profundo malestar vital. Este malestar es la Náusea, una especie de ataque repentino que asalta en varias partes de la novela al protagonista. Cada vez que Roquentin cae en manos de la Náusea su capacidad perceptiva traspasa los umbrales cotidianos, se vuelve hipersensible: los objetos que le rodean aparecen dolorosamente nítidos y reales; sin embargo, se le revelan absurdos, hostiles y vacíos de todo sentido.
Según nos cuenta Roquentin a través de las entradas del diario que conforma la novela, todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. La existencia, por lo tanto, consiste en estar aquí, en el mundo, sin más, realizando acciones como ir a un café, pasear por un parque, observar la playa, acostarse con la patrona de un bar, escribir un libro sobre un marqués conspirador… pero ninguna de estas acciones tiene en sí misma una razón, necesidad o fin.
¿Encuentra Sartre alguna forma de aliviar este malestar terrible? Una de las posibilidades que la novela explora es la idea del “conocimiento” como tabla salvadora, idea que aparece glosada en el personaje del Autodidacto. Ogier P., es un oficinista que ha dedicado su vida a la adquisición de conocimiento. Con una autodisciplina admirable el Autodidacto ha pasado cientos de horas leyendo libros en la biblioteca de Bouville, lugar donde Roquentin está desarrollando su investigación histórica. Sin embargo, el retrato que Sartre hace de este personaje es, no por irónico, menos demoledor: el Autodidacto no tiene criterio alguno a la hora de dirigir sus estudios; se ha puesto a leer todos y cada uno de los libros que hay en la biblioteca en riguroso orden alfabético, independientemente de la materia del libro y, lo que es más triste, independientemente de si le interesa o no. Cuando le confiesa a Roquentin que desde hace años está afiliado al partido Socialista, Sartre aprovecha para descargar su crítica salvaje contra el humanismo cursi y falaz que defendían amplios sectores intelectuales de la izquierda de entreguerras.
¿Y el amor? ¿Acaso aquí hay un bálsamo para el dolor de vivir? Me temo que tampoco. Anny, antigua pareja de Roquentin, irrumpe hacia el final de la novela simplemente para confirmar que no hay posibilidad de refugio en el otro, de que tampoco a través de las relaciones personales se puede encontrar significado o trascendencia.
Sí que es cierto que en los últimos párrafos se esboza tímidamente la posibilidad de que, una vez aceptada la indiferencia del mundo hacia las aspiraciones humanas, la escritura pueda ser, en cierto modo un paliativo para el problema de existir.
En cualquier caso, el tipo de escritura que Sartre despliega en esta novela hace que a veces la lectura pueda resultar árida y deparar pocas satisfacciones inmediatas al lector. Pero vale la pena insistir y atravesar el denso velo de las palabras, porque cuando se consigue Sartre nos lleva al borde del abismo y nos dice: «mira, asómate, esto es todo», o, como sugiere Roquentin a manera de epifanía en uno de los pasajes más memorables de la novela: la Náusea soy yo.
Héctor Pascual
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Comentario de los lectores:
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