La marca del inquisidor

Opinión:

El siglo XVII en Roma se caracteriza entre otras cosas por los cambios en el seno de la Iglesia. El poder con el que habían silenciado sus asuntos fue saliendo a la luz gracias a la labor de los artesanos impresores que inundaban de conocimiento las calles, pero a su alrededor se situaron también quienes querían promulgar sus manuscritos y libelos; los preferidos para ser perseguidos por el Santo Oficio.

Con este escenario, el autor crea una trama que arranca con la aparición de un hombre asesinado de forma macabra y con claros indicios de que su muerte sirva de advertencia para otros. Una danza de la muerte en la que se ven implicados magistrados inquisidores retirados, actores, españoles a las órdenes del duque de Alba, sectas heréticas, artesanos impresores y estudiantes libertinos.

Los personajes se acumulan y ha de ser el lector el que acierte a identificarlos para poner a cada uno en su sitio; por un lado los sospechosos de asesinato y de conspiración, y por otro los que están al lado de la ley. Una tarea que requiere de nuestra paciencia e intuición para seguir el ritmo de este thriller histórico en el que participa un detective que se asemeja a Sherlock Holmes en sus planteamientos, y que sigue las doctrinas de Santo Tomás de Aquino con un método donde no vale la sospecha sino la certeza, y que chocarán con los utilizados por su opositor, el secretario del Índice, padre Francesco Capifero.

La tipología de las letras de los manuscritos encontrados inicia una línea de investigación documental que de manera interesante nos conduce a la marca personal de los tipógrafos, algo así como la que hacían los canteros en sus obras. Las imágenes zoomorfas que acompañan a las letras capitales también cuentan una historia que aumentan el misterio y nos lleva por las calles de Roma visitando talleres y conociendo parte de esta industria que revolucionó el arte de la imprenta.

Monseñor Ridolfi, protector de Girolamo Svampa, es el superior que le encarga la investigación al inquisidor dándole licencia para actuar dentro y fuera de los muros de la Iglesia, nombrándole commissarius. El contenido de los escritos encontrados en la boca del fallecido hace pensar en una conspiración inspirada en ideologías contrarias a los dictados del papa Urbano y también en otras obras que hablan de brujería o de culto al maligno. La alquimia, llegada a Roma en falsas copias, abre el relato hacia el trabajo de impresores clandestinos y de autores anónimos.

La historia personal del inquisidor fray Girolamo Svampa quien vio morir a su padre, un impresor injustamente encarcelado, es otro de los relatos que se irá desmenuzando lentamente a lo largo de la novela; como la del mesnadero Cagnolo Alfieri, un hombre de armas a su servicio, que ve peligrar la vida de su hija atrapada en un convento. Ambos episodios se van desarrollando paralelamente a la investigación principal.

Misterio, aventura, novela negra, thriller histórico..., creo que no se puede pedir más, y que si os gustan estos géneros disfrutaréis con esta novela.

Porlomenix