La maldición de Hill House

Opinión:

"La maldición de Hill House" es un clásico del terror, o para ser más justos, de las historias sobrenaturales y casas encantadas, un relato victoriano magnífico. De él han bebido muchos, y Netflix no ha dejado pasar la oportunidad así que también existe serie basada en la novela (pero basada muy libremente), aunque hubo también películas inspiradas en la obra.

La parte narrativa de terror de Shirley Jackson es sutil, muy sutil, incluso te la cuela como quien no quiere, como quitándole importancia pero dejándote caer que está ahí. ¿La lees? ¿Percibes el nerviosismo en las risitas y las bromas de los personajes? ¿Notas el cambio interior en alguno de ellos? ¿Crees que se va a quedar ahí? No bajes la guardia porque va a pasar algo. A lo mejor no te impacta, pero yo te avisé. Y esa sutilidad ha sido admirada por los grandes de la literatura de terror como Stephen King, Clive Barker o Richard Matheson. Ahí es nada. De hecho sería justo decir que "Rose Red" de King, y "La casa infernal" de Matheson, parecen inspiradas en Hill House. Y puestos a hablar de inspiraciones, leer "La maldición de Hill House" es recordar la famosa casa californiana llamada Winchester Mystery House (sí, la que fuera propiedad del señor de las armas Winchester y que también tiene una película sobre una casa que nunca se acaba de hacer y cuya construcción cada vez tiene menos lógica).

Pero Shirley Jackson es más sutil, con ella parece que estás leyendo un cuento de hadas, una historia de personajes tiernos, ilusos, felices… pero es una trampa.

Ningún lector puede sentir miedo leyendo un libro de Shirley Jackson, por eso es apto para todos los públicos, solo debe dejarse llevar por la historia y conducir por los personajes. Verá que sus conversaciones pasan de lo más banal al pensamiento más oscuro. ¿Cuándo se produjo ese salto? Ha estado siempre ahí, agazapado, esperando a la víctima perfecta. Siempre es así, son sus personajes quienes mediante su comportamiento te introducen en el mundo de la locura; aunque en "La maldición de Hill House" la casa también es un personaje. Y, mientras tanto, aprovechando que esta es una novela de fenómenos paranormales, te mete como si nada varias escenas espeluznantes que sólo lo son si participas en la lectura como personaje. Porque ellos actuarán de una manera pero ¿y tú? ¿Cómo actuarías tú ante esos golpes, el acoso espectral o el frío helador?

Así que por un lado tienes una casa que parece tener vida propia, y unos personajes cuyas mentes pueden esconder algo también. Y si haces un repaso al pasado de la casa, ahí tienes unas cuantas almas y mentes torturadas, las suficientes como para que te des cuenta del nivel de tensión de la que se puede impregnar una casa, esta casa. Pero la casa, ah, la casa… maravillosa esa mansión desnivelada con habitaciones sin ventanas, perfectamente descrita como "una obra maestra de la distorsión arquitectónica". No se me olvidará nunca esa frase.

En cuanto a los personajes: El sentido del humor y el desparpajo de Theodora chocan con los prejuicios y el sentido del ridículo y la desconfianza de Eleanor. Eleanor Vance es una soñadora, se ha pasado la vida cuidando de una madre arisca que la trataba mal y ahora que ya no está tiene la oportunidad de huir y vivir una aventura que comenzará en Hill House. Theodora es un poco terremoto, muy abierta, risueña, respira libertad. Su llegada hace mucho bien a Eleanor. Aunque vienen de mundos distintos tienen cosas en común que las hace afines y amigas pero cada una afronta la vida de una forma diferente. Theodora relaja a Eleanor, al menos hasta que los pensamiento se Eleanor (Nelly) comienzan a ser más siniestros, como si la envidia la devorara por dentro. Luke y el doctor son personajes menos interesantes en este sentido. Si acaso la señora Dudley, que aparece lo justo pero te hace sonreír (qué obsesiva) y sobre todo al final la esposa de Montague y el amigo que se trae, son más interesantes o, incluso, divertidos.

Leer a Shirley Jackson siempre es un placer, pero sobre todo es algo sorprendente: primero, porque lees sin darte cuenta (Dicho de otra forma: A mitad del libro, muchas extrañezas y ni un ápice de terror, sin embargo sigues pegada al libro, las escenas de horror llegan justo después); segundo, porque nada indica que estés en plena novela de terror (está calificada como una de las principales obras de terror del siglo XX), y tercero, porque aunque no sea lo que esperas, te alegras de haberla leído.

Es curioso pero también tiene momentos muy graciosos en los que es imposible no sonreír. El personaje de la señora Dudley, la mujer que les recibe y cocina para ellos, es buena muestra de lo que digo. Y la mujer de Montague, que llega un fin de semana con su planchette y un amigo para ocuparse de todo (o sea de los espíritus que puedan poblar la casa) son otro buen ejemplo.

Estilo, misterio y alguna que otra mente perturbada, definirían muy bien esta pequeña joya de los clásicos contemporáneos del terror del siglo XX.

Debo decir que no quería ver la serie de Netflix hasta haber leído el libro, pero al parecer la vi, y lo sé porque al terminar el libro entré a verla y resulta que sí, ya la había visto. Puedo asegurar que mientras leía el libro no me acordaba en absoluto de esa serie, no se parece en nada, más allá de los nombres. Quitando unos pequeños detalles, es una versión totalmente libre. Coinciden los nombres, algunas frases literales, alguna escena (aunque con otros personajes), la escalera de caracol... Quitando unos pequeños detalles, es una versión totalmente libre. Muy chula, pero agradezco mil y una veces haber leído la historia original, la novela de Shirley Jackson, esa pequeña joyita. Shirley era una maestra del terror sutil. Como ella, ninguna.

Por cierto, esta es la novela más famosa de Shirley Jackson pero, si tenéis oportunidad, no os perdáis "Siempre hemos vivido en el castillo", publicada también en ediciones Minúscula.

Anika Lillo

Foto homenaje: