la luz y el misterio de las catedrales

Opinión:

Este es un ensayo algo atípico, personal, con experiencias propias y hasta concesiones literarias algo fantásticas. Pero esos detalles, lejos de desmerecer la obra, la hacen amena y atractiva.
 
En cada una de las catedrales que nos describe el autor, recibimos una importante lección de Historia y Arte. Se nos muestra la manera de examinar determinadas esculturas, capiteles, claustros… Y también a entender el significado, en ocasiones sustentado en leyendas, de la información que arquitectos y canteros dejaron ahí. Vemos las influencias que recibieron algunos constructores a medida que el románico pasaba al gótico, por ejemplo, y cómo en muchos casos se sustentó una catedral tal y como la vemos ahora sobre otra iglesia anterior, románica en la mayoría de los casos, unas veces conservando determinadas partes y en otras demoliéndola.
 
Y es que una catedral, en la Edad Media, era un atributo de poder, modernidad, progreso y un símbolo de la vida y la muerte, una muerte que muchos adinerados, no pudiendo eludirla, intentaban minimizar asegurándose un lugar en el Cielo, contribuyendo para ello a su construcción y tratando de concertar una tumba en la propia iglesia.
 
Tampoco faltan historias poco conocidas y que resultan interesantes, como las mujeres que se emparedaban en Cuenca entre los muros de la catedral para dedicarse sólo a su espíritu, el derrumbe que se produjo en Burgos, el uso de ese último espacio catedralicio como lugar de paso para personas y animales o la fortaleza en que se convirtió la Seu de Lleida.
 
Muchas anécdotas, alguna conversación con responsables actuales del mantenimiento o personas ligadas a las catedrales, comentarios personales y hasta incursiones en la fantasía literaria, se sustentan en la Historia y el Arte, permitiendo a los lectores "sentir" el mensaje que quedó grabado en las piedras de forma física y en las mentes de muchas personas de manera cognitiva.
 
Una catedral no se levanta en dos días y su construcción abarcaba varias generaciones, en las que cada una fue dejando la huella de guerras, triunfos, cambios sociales y culturales... Está claro que hay que mirar esas obras faraónicas desde una perspectiva especial, aprendiendo a leer en las piedras centenarias y en lo mucho que guardan, esa es la idea que transmite el autor.
 
Me ha parecido un libro interesante, atípico como ensayo pero muy ameno, fácil de leer y, al final, tremendamente instructivo.
 
Pilar López Bernués