la luz de los dioses

Opinión:

"La luz de los dioses" es ese tipo de novelas de género fantástico y magos de la que suelo estar algo apartado. Si ya la fantasía no me llama mucho la atención, y eso que me estoy corrigiendo con las lecturas de la Línea Excalibur y alguna que otra novela como John Strange y el Señor Norrell, cogí esta novela con ciertas reticencias. Y me ha alegrado leer una novela que me ha sorprendido por varias causas.
 
Entre estas causas señalo los personajes que el escritor ha ideado para confeccionar la historia, por no andar poniendo adjetivos, lo dejo en personajes con carisma; por el decorado en el que los ubica, convertida en otro protagonista más de la novela, algo que ya me ocurrió a leer "La piel del tambor" de Pérez Reverte y la ciudad de Sevilla; por el derroche de inventiva que destila, y por los diálogos que surgen frescos e inteligentes, justo en el momento oportuno y sin estar metidos con calzador.

No solo destaca entre los personajes Lydia Durante, hija de un antiguo mago / patricio (así es como llaman a quienes practican la magia) ejecutado en la horca unos años antes, que acepta una oferta de trabajo para realizar el inventario de una colección de antigüedades propiedad de un anciano marqués con la recomendación de otro de los personajes con solera, se trata de Virginia de Paladio, una maga / patricia que es condenada a sufrir un frío helador y perpetuo que le impide salir de su casa, o, también, Jorge Mariscal, un ladrón aventurero y encantador que nos trae a la memoria las figuras más cinematográficas de Arsenio Lupin, Fantomas o el Santo. Entre ellos, y las relaciones que mantienen, se va creando un mundo lleno de intrigas y de aventuras, de sorpresas e incógnitas, que engancha al lector desde las primeras hasta las últimas páginas.

La mayor parte de la trama transcurre en Asimbria, que no deja de ser un lugar utópico y bastante dictatorial, un lugar que como fantasía, es imposible ubicar en el tiempo. Quizá en algunos momentos podemos creer que estamos en la Inglaterra de la época Victoriana, con sus mayordomos, sus elegantes caballeros y delicadas doncellas; y, siempre, en un mundo dividido entre patricios (magos) y plebeyos. Aquí los plebeyos son los seres libres de la sociedad, mientras que los patricios están sometidos a un control constante por parte de los vigilantes, que son las personas encargadas de que no se practique la magia y perseguir a aquellos que la pueden hacer.

La trama principal de la novela discurre en un mundo de fantasía pero que tiene elementos que nos podrán ayudar a ubicarlo en una época más cercana a las vividas por el hombre, bajo el control del Consejo de los Arúspices, un gobierno dictatorial que, tras una guerra civil, ha tomado el poder prohibiendo a los patricios el ejercicio de la magia, imponiendo la censura y ocultando la historia a las nuevas generaciones. El trasfondo revolucionario y con ideas libertarias impregna toda la historia, que se convierte, finalmente, en una reflexión sobre la sociedad que nos ha tocado vivir, algo así como una moraleja.

En definitiva, una novela que no está dirigida en concreto a un público juvenil ni quizá a uno más adulto, simplemente es una historia digna de dejarse descubrir por todo aquel que se quiera involucrar en una trama bien trabajada y bien expresada. 
 
Fernando Martínez Gimeno