La lluvia en la Mazmorra

Opinión:

Con La lluvia en la Mazmorra, Juan Ramón Biedma nos invita a entrar, una vez más, en el que se ha dado en llamar "Universo Biedma", todo un mundo lleno de ambientes y personajes de lo más góticos, oscuros y lúgubres (a la vez que espeluznantes, agobiantes, tétricos, aberrantes y hasta montruosos, pero siempre, siempre, atrayentes, adictivos, inevitables, subyugantes y hasta deseables, por la forma en que el autor nos toma de la mano para guiarnos por su indescriptible continente literario)

Pero es que, además de todo eso a lo que ya nos tiene acostumbrados, riza el rizo para presentarnos esta novela de tintes negros disfrazada de guión teatral. Y digo "disfrazada" porque, sin ser una obra de teatro, aunque podría serlo, toma la apariencia de tal, de forma que cada capítulo o escena ("Cuadros", los denomina el autor) se inicia con la descripción (tipo Biedma) de lo que está ocurriendo y continúa con unos diálogos donde son los propios personajes quiene, con sus palabras y sus conversaciones, narran la historia que se nos cuenta.

Incluso las intervenciones se inician con el nombre del personaje que va a hablar, al más puro estilo de un libreto teatral.

Página tras página, Juan Ramón Biedma va desgranando, con la excusa de la pitillera, las cartas, los últimos días de Primo de Rivera en el poder, el mundo de la farándula y el Madrid (la España) del primer tercio del siglo XX, todo ese ambiente que caracteriza a su obra, añadiéndole el toque sarcástico e irónico que aporta el tener como personaje principal a Enrique Jardiel Poncela, reconvertido en detective.

Mientras leía la novela, no he podido evitar el acordarme de otra obra de Juan Ramón: "El espejo del monstruo", en la cual igualmente se nos introduce en su universo propio, pleno de ambientes y lugares atrayentemente opresivos y personajes enamoradoramente agobiantes y, si cabe, hasta fantasmagóricos (incluyendo niños, como ahora), sólo que en aquella ocasión el escenario era una Sevilla imaginada y en esta ocasión nos encontramos en un Madrid, húmedo y oscuro a más no poder, transformado en escenario teatral.

Así, veremos autómatas que lanzan premoniciones, cementerios ambulantes, cadáveres que deciden que no han muerto aún, asilos para actores y oscuros garitos con las más increibles apuestas, piezas de una historia múltiple y coral (como ya es habitual en este autor) que evoluciona, oscura pero divertida, perversa pero curiosa, morbosa pero irónica (y por todo ello, admirablemente pérfida, abyecta y hermosa), hacia un final que no se ve venir y que se desvela sólo en el último momento.

En definitiva, una nueva dosis para los adictos a Biedma (muchos ya) y una buena excusa para que quienes aún no le conocen puedan iniciarse en su maravillosamente desconcertante universo.

Y, de cara a las próximas fechas de Navidad, la ocasión de sorprender (nunca mejor dicho) con un regalo como "La lluvia en la Mazmorra".

Miguel Ángel León Asuero