la leona blanca
Título: la leona blanca
Título Original: (den vita lejoninnan)
Autor: Henning Mankell
Editorial:
Tusquets
Copyright:
Barcelona, 1993
ISBN: No definidoEtiquetas:
Argumento:
El inspector Kurt Wallander encuentra que la desaparición de la agente inmobiliaria Louise Akerblom le causa un desasosiego inusual y, lo que es peor, agorero. Ninguna pista, ninguna razón por la que apartarse de su vida, ningún emenigo. La aparición del cadáver alienta los malos presagios, aunque el caos en la investigación lo dinamitan un incendio provocado y un dedo amputado de raza negra. Wallander se ve perdido, aunque cada vez más convencido de que ya no puede expulsar el dilema detectivesco de su mente. Poco a poco, el detective sueco hace frente a una complicada red conspirativa, con base en Sudáfrica, y con u plan para un vuelco político y social ambicioso, y de alcance mayor.
Opinión:
La leona blanca es el primer volumen de la "serie Wallander" que
llega a mis manos. Tengo conciencia de que se ha convertido, a su
modo, en un referente relativo en lo que concierne a novela
contemporánea negra europea. Por eso, no logro esquivar una
sensación de decepción. No puedo anticipar si esta ficción resume
los posibles valores de Mankell como narrador, así que me limitaré
a desglosar sus altos y sus bajos.
La leona blanca despliega el tema de las conspiraciones políticas
como eje central de forma indirecta, si bien no evita del todo una
estructura que suena familiar. Mankell diversifica la acción hacia
distintos puntos, personajes o países. No construye cada capítulo a
modo de escenas en forma completa, por lo que logra no precipitarse
hacia el esquema del best-seller, de ese afán cinematográfico tan
propio, ya de Michael Crichton, ya, de, por poner un ejemplo
reciente Dan Brown. El autor sueco nos entrega la información de
forma progresiva, pero de modo más literario. Algunos hechos se
exponen dos veces, la línea temporal avanza y retrocede: no hay
simple plegado al tiempo cronológico.
Todo el primer apartado del libro (me refiero al posterior al
prólogo), La mujer de Ystad, se centra en Wallander y su relación
con el caso de Louise Akerblom, luego nos acercamos al siniestro
plan de los conspiradores, luego volvemos a Wallander. Y este
intercalado, al final, principalmente, entre Sudáfrica y Suecia, va
siendo menos pausado, más raudo, con el consiguiente efecto de
tensión y suspense. Claro que, para entonces, o quizás un poco
antes, el libro sí ha acabado por delatar excesivos parecidos con
el tempo cinematográfico. En el cómputo general, la impresión que
queda es que, en el peor de los casos, La leona blanca es un
best-seller escrito con mejor técnica y estilo que la media. En el
mejor, es reseñable que Mankell despliega una dedicación a sus
personajes mucho más amplia que los estereotipos de la literatura
de escaparate. No se puede negar que todos y cada uno de los seres
que pueblan esta narración tiene su momento, su expresión, su más o
menos breve indagación, particularmente es llamativo en los
secundarios. Sin embargo, más tratamiento de los personajes no
significa siempre un balance equilibrado. La idiosincrasia del
inspector Wallander es, en ocasiones, original, por su ímpetu
extraño a saltarse las normas, sin achacarlo al tópico de la
rebeldía, sino más bien a un tipo raro de ingenuidad o de
intuición, o por una tristeza solitaria y algo pesimista. En otros
momentos, sus sentires se concretan por veredas más trilladas, como
esa recurrente idea de que la Suecia contemporánea no es "como en
los viejos tiempos", en lo que tiene que ver con la delincuencia.
Tampoco se ahonda en claves interesantes como la vivencia de su
fallido matrimonio, o la relación con su hija, que, además, debiera
resultar indispensable en esta novela especialmente. Como signo de
menor investigación de lo aparente de sus personajes, encuentro que
el frío y escurridizo Konovalenko tiene actuaciones que la misma
escritura se escabulle de justificar (su contradictoria
preocupación por sus cómplices).
Pese a todo, la historia posee intensidad y causa el desasosiego
de quien sabe manejar el suspense y un apreciable grado de sorpresa
para el lector. Y el pensar del africano Victor Mabasha, en
sintonía con su religión ancestral, o el nudo de relaciones de los
conspiradores sudafricanos ofrecen momentos de calidad.
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Comentario de los lectores:
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