Anika entre libros

la importancia de ser socialista

Ficha realizada por: Jordi Llavoré
la importancia de ser socialista

Título: la importancia de ser socialista
Título Original: (the soul of man under socialism, 1891)
Autor: Oscar Wilde
Editorial: Rey Lear


Copyright: Traducción y notas: Óscar Palmer
1ª Edición, primavera 2011 ISBN: 9788492403608
Etiquetas: arte política sociología

Argumento:


Oscar Wilde  aboga por la abolición de la propiedad privada bajo el Socialismo como herramienta para alcanzar el Individualismo como un nuevo Helenismo. El autor británico, con un humor ácido y el afán por la polémica que siempre le caracterizó, parte de la denuncia al sistema capitalista (que empequeñece al hombre y lo valora sólo por lo que posee materialmente), para trazar el mapa de una nueva Utopía en la que la Humanidad podrá ser, por fin, ella misma y desligarse de toda cadena social y gubernativa, para dedicarse únicamente al cultivo de la Belleza.

Opinión:


En este polémico e interesante ensayo, el autor de El retrato de Dorian Gray (1890) expone una teoría artístico-política para alcanzar una sociedad sin propiedad privada, apoyándose en las tesis socialistas que triunfaban en la época, en la que el Estado será una mera asociación voluntaria que organizaría el trabajo y se dedicaría a producir y distribuir las necesidades elementales de sus individuos. De esta manera, lo útil sería realizado por el Estado, mientras que lo Bello quedaría en mano de los individuos.
 
No debemos caer en la tentación de considerar a Wilde como un intelectual comprometido con los ideales socialistas (aunque en la portada de la presente edición, Miguel Ángel Martín nos muestre al autor con un pañuelo rojo anudado al cuello y el puño en alto). No, la guerra del esteta era otra muy distinta. El dublinés defiende el Socialismo porque cree que es el medio necesario para alcanzar una sociedad que no idolatre a la propiedad privada, que no juzgue a los hombres por lo que tienen, sino por lo que son.
 
Wilde cree que la propiedad privada enajena al hombre y daña al Individualismo, implica engorrosos deberes y malsanas obligaciones que no permiten al hombre expresarse en todo su esplendor. La abolición de la propiedad privada significará la abolición del matrimonio y del crimen, la desaparición de los conceptos de autoridad y castigo y el deceso de la envidia.
 
El genial irlandés se sirve de la figura de Cristo (ejemplo, para el autor, del hombre que alcanza la perfección por lo que es y no por lo que pueda poseer), en su vertiente más medieval y nihilista, y le suma un nuevo plan (utópico, si se quiere) para reconstruir la sociedad y negar cualquier tipo de autoridad. Este plan no es otra cosa que el sueño que el propio narrador tenía: poder vivir en una sociedad donde la masa sin cultura no exista y los ciudadanos sean individuos civilizados y artistas. Una sociedad que tenga el Individualismo de raigambre clásica como objetivo, que se exprese a través del placer y que tenga como único fin la búsqueda de la Belleza.
 
Evidentemente, Wilde sabía que su teoría no era ni práctica ni admisible por la naturaleza humana de sus contemporáneos. ¿Quién se despegaría de sus riquezas materiales a cambio de un ideal de individuos creadores que viven en paz y armonía? Para alcanzar esta utopía sería necesario que el sistema capitalista desapareciera y que el Hombre mirara en su interior y descubriera que el verdadero fin de la existencia no es nada más que la búsqueda de la Vida, alcanzando la armonía total consigo mismo y con su entorno. No obstante, Wilde quiere ser optimista y cree que la naturaleza humana está en constante movimiento, que la evolución es ley de vida y que su único fin no es otro que la realización del Individualismo.
 
El escritor se asocia con el Socialismo y con la Ciencia con la esperanza que, de esta manera, se erradiquen la pobreza y la enfermedad del mundo. Imagina un mundo en que las máquinas se encarguen de los trabajos monótonos, repetitivos y que no tengan que ver ni con el intelecto ni con la búsqueda de la Belleza. Wilde, en definitiva, quiere desterrar la vulgaridad y la estupidez que le rodean y sueña con un mundo más justo, más civilizado, más intelectual y, sobre todo, más Bello.
 
Con total seguridad, el ideario que el autor despliega en estas páginas es poco menos que irrealizable; no obstante, creo que todavía hoy es provocador y puede hacernos reflexionar sobre multitud de temas: la propiedad privada, la falta de libertad y recursos de los autores, la relación existente entre pobreza, envidia y delito, la reflexión que el pueblo, aunque tenga la mayoría, puede no ostentar la razón, etc…
 
En resumen, creo que vale la pena hacer caso al consejo que nos da el escritor y cambiar el lema griego del “Conócete a ti mismo”, y grabar en el frontispicio de nuestras almas “Sé tú mismo”, puesto que indagando en nuestro interior hallaremos la perfección, la paz y la armonía. 
  
Jordi Llavoré

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