La hija del tiempo (Ilustrado)

Opinión:

"La hija del tiempo" es una novela de Josephine Tey, escrita en 1951 y que constituía el cuarto título, de una serie de cinco, protagonizado por el inspector de Scotland Yard Alan Grant, que en esta historia convalece en un hospital de una caída por una trampilla, producida cuando perseguía a un delincuente, que le causó una fractura en el pie.

Este volumen ha sido editado en tapa dura por Editorial Alma, dentro de su colección de Clásicos ilustrados, con ilustraciones de Stephanie von Reiswitz y con una traducción actual de Nuria Salinas Villar.

Cabría suponer que un libro escrito hace algo más de setenta años hubiese quedado desfasado en la actualidad. No es el caso, pues la trama se centra en las disquisiciones y conjeturas del inspector Alan Grant, secundado más adelante por el joven investigador, especializado en historia, Brent Carradine, formando entre ambos una especie de alianza para descubrir lo que de verdad ocurrió entonces y cómo era en realidad Ricardo III, que reinó entre 1483 y 1485, más allá de lo que se haya escrito en los diversos libros que traten su persona, sean libros de historia para niños, de historias populares o de historiadores reconocidos.

Apoyándose en libros que realmente existen o utilizando alguno ficticio, pronto se comprueba que la historia, tal como se ha contado, puede tener lagunas o, directamente, hechos inventados, que siempre habrán beneficiado a alguien. Por ahí es donde entra la investigación policial de Alan Grant, que utiliza su perspicacia y sus métodos en busca de una verdad escurridiza, que se resiste a comparecer o a ser aceptada, una vez descubierta, ya que muchas personas rechazarán lo que siempre han tenido como cierto.

Así es como esta novela se hace totalmente actual en esta época, donde la desinformación es demasiado habitual, incluyendo ahí a los medios de comunicación, que muchas veces "interpretan" los hechos a la conveniencia de los accionistas o patronos; claro que en las redes sociales es donde se puede apreciar esa lacra con mucha mayor extensión.

Claro que al final, ¿cuál es la verdad? En la actualidad es muy difícil conocerla en profundidad, pues la enorme cantidad de datos disponibles incrementa el ruido y oculta la información. Por eso, en esta historia, ambos protagonistas buscan la certeza en los datos concretos registrados sobre las personas que investigan, dejando de lado unas fuentes que se podían dar por ciertas, pero que acaban descubriendo en ocasiones que había inquinas personales o eran versiones de tercera o cuarta mano.

Empecé la novela con algún reparo, pues la presentación del escenario era un tanto deslavazada, todo cambió poco después, cuando me contagié del entusiasmo investigador del inspector Alan Grant, que se incrementó con la aparición del joven investigador Brent Carradine. Al final me he encontrado con una novela redonda, una joya literaria muy recomendable.

Selin