la guerra de las brujas
Título: la guerra de las brujas
Título Original: la guerra de las brujas
Autor: Maite Carranza
Editorial:
Edebé
Copyright: © Maite Carranza 2010
1ª Edición, Octubre 2010
ISBN: 9788423699834
Etiquetas:
autores
bruja
brujería
escritores
españoles
fantasía
fantástico
hispanos
literatura española
literatura hispana
novela
Argumento:
Desde tiempos inmemoriales, las pacíficas brujas Omar han vivido escondiéndose de las terribles brujas Odish, utilizando su mágica para sanar, curar y proteger a los humanos.
Ahora ha llegado un tiempo de cambios, la profecía anunciaba que nacería una Omar de cabellos rojos que las libraría de la tiranía Odish… pero la profecía también avisaba de que la elegida podría sentir la tentación del poder y cambiar de bando para liderar a las malvadas Odish.
La Omar elegida será tentada y la suerte de las brujas penderá de un hilo.
Opinión:
Maite Carranza
escribe básicamente para un público juvenil entre el que ha encontrado numerosos seguidores en varias lenguas, no en vano La guerra de las brujas ha sido traducida en una veintena de países.
Quizá por dirigirse a un público joven su prosa es sencilla, podría decirse que casi básica y no se complica con tramas complejas; más bien, ha trazado un guión previsible en extremo.
Las primeras páginas resultan un tanto desconcertantes, en parte porque el lector todavía no ha entrado en el mundo que la autora ha creado y en parte porque algunas de las acciones de los personajes son inverosímiles para su edad. De tal forma que la historia parece iniciarse como piezas de un rompecabezas que no encajan, o que son ensambladas a la fuerza. De igual forma, los diálogos son insólitos en cuanto a que no siguen una línea temática y traen temas a colación que la autora previamente había dado por cerrados.
Luego, hay hechos que resultan inverosímiles, sirvan como ejemplo: un gatito vivo entregado por el servicio de correos en una caja; yo me pregunto, ¿cuánto tiempo estuvo el gato dentro de la caja sin comer ni beber ni hacer sus necesidades y aún así apareció lozano y contento cuando la destinataria del animal abrió el paquete? Otro ejemplo lo encontramos en una escena que describe 55 niños metidos en una cocina pequeña y no explica de dónde salen los niños ni cómo se las apañan para moverse en un espacio tan reducido.
Creo que uno de los principales problemas de la autora es que no plantea los entornos, no describe lo que rodea a los personajes para que el lector pueda situarse en la narración y eso le desconcierta consiguiendo, además, que la historia pierda eficacia. Igualmente, la autora narra escenas o secuencias prescindibles para la obra en general que ayudan a ralentizar la acción y a conseguir que el lector se pierda en subtramas sin importancia. En la página 148 se narra la escena de un croupier y su jefe que cuchichean a espaldas de dos clientas hablando de que éstas siempre ganan a la ruleta a pesar de que el empleado la ha trucado. La autora no explica la distancia que separa a los distintos personajes ni el tono de voz que emplean por lo que las clientas deben de estarse enterando de la conversación. El lector tiene que esforzarse por rellenar las lagunas que deja la autora.
Otro de los puntos que no quedan muy claros en la trama es precisamente unos de sus más importantes: el cetro. El cetro es un arma para la elegida, solo para ella y solo ella tendrá el poder de manejarlo; sin embargo, a lo largo de la obra todas las otras brujas parecen pretenderlo y el cetro, cual vulgar meretriz se dedica a ir de mano en mano dando la impresión de que es un punto mal resuelto en la novela.
Me ha sorprendido que los leves intentos humorísticos que se esbozan en la obra no lleguen al lector por falta de profundidad.
Sin embargo, hay una parte de la novela que está magistralmente trazada y narrada, que engancha al lector y que no le permite dejar el libro, que cierra con acierto todos los cabos sueltos que va planteando y cuyos personajes son creíbles al 100%. Me refiero a la segunda parte de la obra, cuando la autora cuenta la vida de la madre de la protagonista y su historia de amor. Tengo que puntualizar que Maite Carranza borda los personajes adultos, sabe dotarlos de profundidad y credibilidad y son, con mucho, lo mejor de la novela por lo que, deduzco, si se dedicara a la literatura para adultos encontraría un importante filón de fieles lectores.
Me tengo que quitar el sombrero ante la naturalidad y acierto con que narra esta segunda parte: sin fisuras, completamente redonda. Ha sabido trasmitir la humanidad de los personajes y sus sentimientos con una prosa fluida y acompasada que hace que “la mano del autor” desaparezca de la novela y que el lector solo vea la historia. Esto es lo más grande que puede conseguir un autor, que su narración alcance cotas tan altas de calidad que desaparezca de la historia para dejar solo sus palabras.
Y es que, cuando habla sobre la protagonista juvenil, una niña de 14 años, y la relación que mantiene con su madre, una joven de treinta y tantos, esa relación parece sobradamente artificiosa. Es la relación que a cualquier madre le gustaría tener, de una forma idealizada, por supuesto. Y eso no resulta muy creíble, es una extraña intimidad que la mayoría de las hijas no tienen con sus madres, y menos en la edad adolescente. De igual modo, resulta demasiado reiterativo el papel protector de la madre hacia su hija. Desconozco si la autora ha deseado enviarles un mensaje a las adolescentes que puedan leer su obra sobre cómo relacionarse con sus madres o sobre lo que sus madres significan. En cualquier caso, resulta muy persistente para una novela juvenil.
No tiene que sorprenderse el lector si descubre que casi todas las estrategias que se inventa la protagonista para salir de los problemas son demasiado sencillas o previsibles, más infantiles que juveniles, y esto es otro punto en contra de la redondez de los personajes más jóvenes. De igual forma, peca de no adelantar hechos necesarios que luego resolverán las subtramas, con lo que da la sensación de “sacarse conejos de la chistera” para resolverlas.
Cuando la autora comienza la escritura de la tercera y última parte de la novela se percibe un descenso en la intensidad y en la fuerza de la narración, una bajada de tono, como si perdiera fuelle.
Lo que sí dice mucho de Maite Carranza es que la novela se ideó como un todo que hubo que dividir en tres partes para que resultara más asequible, tanto desde el punto del vista de la redacción por parte del autor como desde el del lector a la hora de afrontar la lectura de la obra. Maite no se sumó a la corriente actualmente imperante que hace que los autores escriban una novela y, si funciona, se inventen una segunda y hasta una tercera parte metida con calzador en una trama que se inicia y se cerraría con un solo libro. No, Maite Carranza concibió La guerra de las brujas como una única historia, muy larga, que hubo que dividir en tres libros y eso hace que el conjunto de la obra sea compacto y sólido y no se vean “añadidos de última hora” que justifican parte de la trama o que la van haciendo compleja a base de “rellenos”.
En resumen, una extensa obra, difícil de escribir por su complejidad, con una calidad que alterna lo sublime con la literatura de gran consumo pero que se lee con rapidez y que permite disfrutar del mundo que ha creado Maite Carranza.
Gemma Nieto
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