La foto de los diez mil me gusta

Opinión:

No se escribe (o no se publica) demasiado teatro (y menos infantil y/o juvenil), así que siempre es de agradecer encontrarse con una buena historia teatralizada. Y más si es tan interesante como esta y está tan bien planteada para llevarse al escenario.

Nando López nos muestra en esta obra, que se lee de manera muy fácil pero de la que se pueden extraer reflexiones muy interesantes, algunos de sus compromisos como autor con la sociedad en la que vive. En primer lugar, su compromiso por mostrar cómo es el sistema educativo real de hoy en día y cómo son los niños y los jóvenes que lo habitan, qué preocupaciones tiene, cómo viven, qué sueñan, qué temen. En este caso, el autor nos mete de lleno en la preparación del espectáculo de fin de curso de un colegio, concretamente, en cómo viven esos últimos días de curso unos niños de sexto; un momento crucial en la vida de los escolares, a punto de cerrar una etapa y dar un paso más en el camino hacia la madurez.

En segundo lugar, deja huella aquí de su compromiso por la igualdad en todos los sentidos, la integración, la multiculturalidad... Personaje a personaje, López va pintando ante nuestros ojos la heterogeneidad de cualquier clase de cualquier colegio de cualquier ciudad. Creo que esta variedad tiene una doble intención: por un lado, lo que he dicho: retratar la variedad étnica, cultural, social y de cualquier tipo que se da hoy en día en la aulas. Por otro lado, también tiene que ver con el hecho de que esta obra está pensada no solo para ser leída, sino también para ser representada. Si los personajes ficticios se acercan a la realidad o si son lo suficientemente flexibles como para poder amoldarse con cierta facilidad al grupo real que la pondrá en escena, el trabajo de adaptación se hace mucho más ágil.

En tercer lugar, esta obra también refleja la preocupación del autor por las redes sociales como forma de comunicación y, en ocasiones, como sustitutivo de las relaciones personales. Pero no solo advierte sobre los peligros sino que también muestra su lado más positivo, como la libertad o la creatividad que permiten.

Finalmente, también está presente aquí su compromiso con el teatro, un género que él domina y en el que se mueve como pez en el agua. Y lo hace, no solo escribiendo una obra teatral sino, además, incluyendo uno de los aspectos que más he valorado de este libro: todas las indicaciones que contiene para su puesta en escena. Marcadas visualmente por el color de las páginas, López ofrece en la obra, además del texto (en páginas blancas), una serie de orientaciones (páginas azules) muy útiles para llevar la obra al escenario. Desde el elenco al vestuario, pasando por la escenografía o la música, el autor da indicaciones, recomendaciones y consejos sobre cómo convertir este texto en una auténtica representación teatral de una manera fácil y sin necesidad de excesivos recursos.

En definitiva, una obra que supone una lectura muy amena e interesante que nos hará reflexionar sobre la necesidad de comunicarnos con los demás, el miedo a hacerlo y los beneficios de expresar y compartir nuestras emociones, pero que, además, tiene el plus de ser en sí misma una guía para llevarla a las tablas. Muy recomendable.

Lidia Casado