La España oculta

Opinión:

La experiencia del autor dirigiendo cortometrajes y documentales le han ayudado en esta narración, en la que nos plantea viajar y dejarnos sorprender por pequeños detalles que pasan desapercibidos, por escuchar el saber popular y realizarnos nuevas preguntas que nos llevarán a nuevos destinos; por mantener los ojos bien abiertos, y como le decía el padre de un amigo, culpable de llevar media vida persiguiendo huellas: "mirar, admirar y descifrar".

Su dedicación a la búsqueda de estas historias ocultas quedan recogidas en este ensayo que a modo de guía invita a viajar descubriendo rincones ricos de leyendas e imaginar algunos de los que su existencia nunca ha podido ser probada, como la isla de San Borondón o el tesoro de Moctezuma.

La leyenda de La Fuentona de Ruente, en Cantabria, donde un rio desaparece a su antojo, o el monumento al primer hombre que se atrevió a emular el vuelo, en Burgos, son claros ejemplos de historias que merece la pena conocer y lugares enigmáticos a los que realizar una escapada. Sin dejar en el camino de esta aventura El Tajo de Roldán, en Alicante, historia que ya conocía, aunque incompleta, y que me contó un querido amigo una mañana, paseando por la playa de Benidorm.

También han sido especiales los relatos del escudo del Atlético de Madrid o la escultura desaparecida en homenaje a un boy scout con toda la historia que le rodea en tiempos de la dictadura. Aunque la más sorprendente, sin lugar a dudas, ha sido la narración de Las cadenas de Goñi y la cabeza de un dragón en una cueva de la Sierra de Aralar en Navarra.

Son muchos los ejemplos que podría seguir nombrando, pues sus dieciocho capítulos se corresponden con otros tantos emplazamientos sugerentes con los que me he encontrado, pero es momento de que los descubráis mediante su lectura, y quién sabe si con algún que otro desplazamiento.

Acompañan a cada capítulo, de manera acertada, las coordenadas geográficas y la mejor forma de llegar a cada punto, así como imágenes que dan fe de su existencia.

El lenguaje coloquial nos acerca los textos como si los estuviesemos escuchando por voz del autor, lo que supone poder disfrutar de su experiencia y desear conocer más escondites ocultos de nuestra geografía.

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