la embriaguez de la metamorfosis

Argumento:

"La embriaguez de la metamorfosis" no es, ni más ni menos, que la historia del cambio interior que sufre la protagonista al pasar de un mundo de pobreza en el que vive como funcionaria de una miserable estafeta de correos austríaca tras la Primera Guerra Mundial al opulento mundo de los hoteles y de la sociedad más destacada en una Suiza ajena a la tragedia casi recién vivida, para volver después a la miserable vida ya conocida e inevitable para ella.

Novela inacabada de Stefan Zweig, de ritmo ligero y muy en consonancia con los años 20 cuyo ambiente (cara/cruz, pobre/rico) describe admirablemente. Sabe llevar al lector de un mundo a otro y hacerle compartir la desesperación de Christine Hoflehner al no poder recuperar los placeres de ese otro modo de vida que, aunque fugazmente, la ha seducido pero que sólo ha podido tocar con las puntas de sus dedos.

Y digo ni más ni menos porque la crisis que "el experimento" crea en Christine estalla de forma radical y la aboca al suicidio como rechazo supremo a reintegrarse a un sistema de vida que, ya, le es insoportable.

Sobrecoge la decisión final de la protagonista, cuando sabemos que su autor siguió el mismo camino años después junto a su segunda esposa Lotte Altman al dar el mundo por perdido y suponer el triunfo del nazismo (o, al menos, una derrota tan tardía que él no es capaz de esperar) como conclusión a la guerra que se estaba desarrollando y de la que el autor ignoraba su futura evolución. Pudo sobre él el devenir de la historia. Parece que, premonitoriamente, desarrolle en su personaje su propia idea de suicidio frente a la incapacidad de adaptación a un mundo que le es hostil, por ya conocido pre-viamente y por la pérdida de la fe en la raza humana.

NOTAS SOBRE AL AUTOR

Prolífico escritor, Zweig nace en 1881 en Viena, se doctora en Filosofía desarrollando casi toda su obra en torno al ensayo biográfico y a la novela, aunque se conocen algunas obras de teatro y de poesía, género este último con el que se inició en la literatura. De origen judío, su inquietud cultural primero, y el desarrollo histórico después, le hacen un viajero incansable que recoge sus experiencias y sus estudios en una abundante obra.

Amigo de Rilke, Freud, Verhaeren, Gorki, Wells, Toscanini, Romain Rolland... se caracteriza por su pacifismo y un humanismo a ultranza. Precisamente ese humanismo, y su decepción en los años 40 (que, en parte, le recordaban los años 14 en los que la I Guerra Mundial le marcó profundamente) le llevan a la decisión de acabar con su vida, decisión criticada por unos y alabada por otros, pero que no dejó indiferente a nadie.

Ya en época temprana muestra su intolerancia a los totalitarismos y a la barbarie así como su inquietud por las acciones del género humano cuando en su obra "El mundo de ayer", autobiográfica, escribe: "Yo nací en 1881 en un grande y potente imperio, la monarquía de los Habsburgo, pero que no se le busque en ningún mapa, pues fue deshecho sin dejar huellas. Fui alumno en Viena, la metrópoli dos veces milenaria, capital de numerosas naciones, y me vi obligado a abandonarla como un criminal antes de que fuera relegada al rango de una ciudad de provincias alemana".

Habiendo publicado casi durante todos los años de su vida, quizás dos de las obras que más se hayan divulgado en España hayan sido - hasta hace unos años - "Mo-mentos estelares de la Humanidad" y "Magallanes".

En la carta de despedida a su primera esposa, Friderike von Winternitz aclaraba a ésta que había pasado una depresión "... Fue tal el sufrimiento que no podía concentrarme y me oprimía la certeza, la única que teníamos, de que la guerra aún duraría años. Petrópolis me gustó mucho, pero no tenía los libros que necesitaba. La soledad, al principio, me dio paz, pero luego me aplastó. La sola idea de no poder terminar nunca Balzac, mi obra fundamental, era muy dura. Te envío estas líneas escritas en mis últimas horas. No sabes lo bien que me siento desde que tomé esta decisión..."

Como colofón a su obra, pone fin a su vida en Brasil, el 23 de febrero de 1942. Thomas Mann califica su acto de "traición". Otros, del supremo sacrificio de un personaje en aras de la concienciación ante una guerra que, al fin y al cabo, era la negación total de todo en lo que él había creído.

De una u otra forma, ese 23 de febrero fue una jornada de luto para la literatura del siglo XX.

Maldoror