la dama y el dragón

Opinión:

Si algo debe destacarse de La dama y el dragón  es la edad de su autora. Con solo diecisiete años, Gema Bonnín ha conseguido su primera publicación, algo que muchos adultos ansían y no alcanzan. Y lo ha hecho de la mano de una historia que se adentra en el mundo de los dragones y la magia.
 
Cuando un adulto decide escribir una novela juvenil y sumergirse en la mente de un adolescente, debe hacer un esfuerzo. En el caso de Gema Bonnín, la protagonista y ella comparten edad. Eso permite que la forma en que discurre la narración y el diálogo tenga un aire juvenil y distendido, aunque a veces también conlleva que algunas frases tengan menos elaboración que otras. Al tratarse de una aventura situada en un medievo imaginario, se mezclan expresiones muy coloquiales y actuales con otras que se acercan a lo que podríamos llamar lenguaje cortés o caballeresco, como si la autora intentara destacar dos aspectos distintos de la novela: la juventud de sus personajes y el lugar en el que se encuentran. Eso genera cierto desequilibrio narrativo en la forma y también en el fondo – se dice más de lo que se muestra – pero también ofrece un aire fresco y desenfadado.
 
La trama de La dama y el dragón  es sencilla en el mejor de los sentidos y los personajes están bien dibujados. Aunque a alguno de ellos les falta cierta profundidad y pueden resultar algo tópicos, lo que está claro es que Gema Bonnín sabe mostrar los miedos, las envidias y los sueños que pueblen las mentes adolescentes. Y es que, por mucho que estén en la época medieval, Erika, su hermana y los hermanos Knight siguen siendo lo que son: adolescentes, obligados a ser adultos, pero adolescentes al fin y al cabo. Algo diferente ocurre con el prometido de Erika, quien, en ciertos momentos, resulta demasiado plano, en comparación con la serie de dudas y miedos y envidias que pueblan las vidas de las dos hermanas. 
 
La dama y el dragón  avanza de tal manera que el lector puede ir descubriendo los posibles desenlaces a medida que se adentra en el libro y la autora sabe no defraudar las expectativas generadas. Quizás no sean sorprendentes, pero no deja ningún hilo suelto: ninguna de las expectativas que el lector puede hacerse quedan sin resolver. No sorprende pero tampoco engaña. Para ser una autora tan joven tiene claro cómo quiere llevar al narrador y a sus personajes y eso no es siempre fácil.
 
A veces es más sencillo analizar la obra de una persona que lleva una trayectoria, ya que se puede comparar su nueva obra con las anteriores, ver la evolución. En este caso, es todo lo contrario. Gema Bonnín ha colocado su primera piedra, ha dado su primer paso y ahora sólo queda esperar a ver cuál es el siguiente. 
 
Inés Macpherson