La dama del pozo

Opinión:

Las obras en los subterráneos del convento de Santa Clara, edificio que había tenido múltiples cometidos, incluido el de cementerio particular, se interrumpen cuando los obreros descubren un sarcófago con una joven muchacha rubia en su interior, ropas del medievo y tres monedas romanas en los ojos y en la boca. Una escenografía que se une a los llantos nocturnos que las monjas dicen escuchar desde hace mucho tiempo los días de luna llena; lamentos que provenían de "La Dama del Pozo".

La Iglesia quiere convencer a las autoridades de que todo es parte de un milagro que viene a suceder en un momento delicado para la ciudad y que devolvería el orden y la fe; la policía ve claros indicios de un asesinato que alguien ha querido disfrazar tomándose demasiadas molestias.

Ante una trama así es difícil no necesitar llegar hasta el final de la novela para conocer todos los detalles, el nombre de la difunta y cómo llegó hasta allí. Y más cuando el autor nos va dejando pequeños alicientes que nuestra inquietud detectivesca agradece. Comparte las pistas, las deducciones y nos abre la novela con nuevos ingredientes que nos llevan por las calles de Barcelona. Un escenario que ya trabajó en "G", la novela del joven Gaudí, y que atrapa por sus enclaves oscuros y misteriosos en contraste con una ciudad que avanza y se moderniza.

Barcelona se encuentra dividida por sus murallas: dentro, en la Ciudadela, se vive con la protección del toque de queda impuesto por los militares; fuera, en la Barceloneta, se impone el caos con las revueltas de los trabajadores y los incendios en el puerto, las iglesias, los conventos y las industrias telares origen de las huelgas. Un personaje bullicioso que comparte protagonismo con el supuesto milagro y que en algún momento del relato se funden, complicando más las cosas a quienes investigan y a quienes seguimos sin pestañear la evolución de los hechos.

La novela, bien por la época en la que transcurre o por los personajes, recuerda a la lectura de los clásicos, tiene espacio para el humor y acierta con el contrapunto entre la seriedad con la que se muestran Reigosa y Palafox, y el aire fresco de dos mujeres: Adela, la criada aventajada que posee un espíritu aventurero e imprudente fruto de sus días en la calle; y Teresa Urbach, escritora e hija de un industrial que también se verá inmersa en la investigación. Ambas colaboran desde un segundo plano y son cruciales para el desarrollo de la novela.

La trama crece con nuevos asesinatos que involucran a Andreu Palafox, su pasado en una institución mental y las alucinaciones en las que ve sucesos acaecidos a lo largo de la historia dan un giro a la novela que crece en ritmo con nuevos personajes; unos para defender la inocencia del anatomista, otros para estrechar el cerco sobre él y hacerle regresar a sus peores pesadillas.

Entre los géneros que trabaja el autor destacaría el de misterio, porque nada es lo que parece; y el contexto histórico, imprescindible para situar una trama que se mueve entre la superstición, el poder que ejercía la Iglesia y el ejército, y el avance imparable de la clase trabajadora. Una buena propuesta que atrapa de principio a fin.

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