la corona de san esteban

Opinión:

La Corona de San Esteban  es la primera novela publicada del Sanluqueño Rafael Sadoc, y cabe decir de antemano que, para mi gusto, supera el examen con nota.

El autor mezcla de forma muy acertada los hechos históricos y los personajes reales que en ellos se vieron envueltos con los hechos de ficción y los personajes que para esta novela ha creado, sin que los primeros pierdan rigor alguno ni los segundos frescura, consiguiendo entrelazar unos y otros de forma que la línea argumental de esta obra no tiene resquicios entre ambas facetas.

Tratándose en buena medida de una novela que podríamos calificar de histórica, pues de hechos históricos trata, es preciso fijarse en una característica fundamental en este tipo de obras, cual es la documentación, y he de decir que se ve que Rafael Sadoc ha estudiado el entorno histórico de la reliquia a devolver y también el de la época en que se desarrolla la trama, cosa que es muy de agradecer, pues el lector recibe toda la información que precisa para meterse a fondo en la historia que lee, pero más de agradecer aún es que esa información es la justa y adecuada, pues ni es escasa ni tampoco es excesiva, evitando así las aburridas profisiones de datos históricos o técnicos que se ven en otras novelas de este tipo. Así, La Corona de San Esteban se convierte en una novela de historia bélica que también puede tildarse de novela de aventuras, manteniendo de una forma muy amena la atención del lector, tanto por la información histórica real como por el relato ficticio que le ofrece.

Es aquí donde destaca la personalidad del Cabo Primero Juan Juicios, originario de Puerto Real (Cádiz), que con su gracia gaditana y su desenfadada e indisciplinada forma de ser y de vivir asume la mayor parte del peso en que consiste llevar al lector desde las primeras páginas de una novela hasta la última, gracias a lo que entiendo que es el buen hacer de este autor novel, del que creo que podemos esperar mucho. Me parece muy conseguida la forma en que los protagonistas viven la misión que se les encomienda y cómo la van adaptando, conforme a sus propios principios, hasta convertirla en algo inesperado pero igualmente trascendente.

Se nota que Rafael Sadoc ha hecho uso de algo que le es muy familiar: el gracejo de su tierra, que se refleja en el personaje de Juan Juicios, lleno de ironía, ingenio y caradura, pero también de heroicidad y bonhomía, sin llegar, para nada, a lo empalagoso ni a lo exagerado, mostrándonos a un andaluz creíble, lejos de los estereotipos a los que a veces nos tienen acostumbrados en libros, chistes y películas, que se alejan de la realidad. Esto, como andaluz que soy, me ha gustado mucho.

En cuanto al estilo, éste es directo, sencillo y nada truculento, lo que también ayuda a mantener el interés del lector.

Por buscarle tres pies al gato, habré de decir que me ha sabido a poco. Es decir, que esta novela corta podría haber sido perfectamente una novela de extensión normal. Con esto, más que señalar un defecto –que no lo es- lo que hago es manifestar un deseo. Mi impresión final, independientemente de que me han gustado mucho tanto la historia como la forma en que ésta se ha resuelto, es la de quedarme con ganas de seguir leyéndola, aunque debo reconocer que eso también puede ser positivo, por aquello de “lo bueno, si breve…”.

En definitiva, una novela recomendable para un amplio abanico de público, tanto en gustos como en edades, que se lee, si no de una sentada, en sentada y media y que deja un buen sabor de boca con retrogusto de “quiero más”.
 
Miguel Ángel León Asuero