La cita y otros cuentos de terror. Ilustrado

Opinión:

Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921), famosa por su obra "Los pazos de Ulloa",  vivió una época en la que tanto el vocabulario como la forma de narrar dista mucho de la que leemos ahora mismo. Sus frases, trabajadas con riqueza cultural y soltando algunas perlas que me encantaron, se metamorfoseaban en historias de terror que si bien puede considerarse bastante ingenuas al compararlas con las obras que leemos hoy, fueron buenas ideas que en el siglo XXI habría disfrutado escribiéndolas con más libertad y menos temor, quizá. Y eso que fue una adelantada a su tiempo, una moderna de su época si cabe.

En sus historias se aprecian asesinatos con ingenuos inocentes como cabeza de turco, odio y deseo de venganza, crímenes planeados, vampiros a los Dorian Gray, historias sobrenaturales con resucitadas, fantasmas que protegen y hacen cumplir deseos que te hacen recordar aquello de "cuidado con lo que deseas"… e incluso una historia que me hizo preguntarme qué hacía allí, dado que narraba algo más romántico (familiar, no entre hombre y mujer) con un final feliz, pero sospecho que fue incluido porque quería que viéramos que también nos hablaba de la naturaleza humana, y es que ésta puede darte un golpe (como en historias anteriores) o una sensación de alivio y felicidad, de amor, totalmente inesperado. Puede que no encajara mucho, pero este libro lo leímos en el club de lectura juvenil y nos hizo reflexionar bastante acerca de lo que escribía Emilia y las cosas que sucintamente reprochaba a la sociedad.

También fue un ejercicio de creatividad para nosotros, que parábamos a mitad un relato y creábamos el que podía ser su final, dándonos un juego que otras historias no consiguieron porque estamos más acostumbrados al terror feroz, maquiavélico y retorcido de las obras que se publican hoy. He de decir, también, que leímos los relatos en voz alta, y esto fue una grata experiencia que recomiendo.

Le sube la nota las imágenes de Elena Ferrándiz que son una maravilla, pues expresa con delicadeza incluso las imágenes más macabras. Es ella, con sus ilustraciones, quien eleva el tono de las historias a un nivel más terrible. Hace uso del negro con sus tonos de gris muy a menudo pero utiliza principalmente rojos (unos más claros, otros más granates) para resalzar la sangre, la iluminación interior… o azules, donde mostrar la frialdad de la muerte.

También la edición convierte el libro en algo más bello dado que está encuadernado en tapa dura, y ha contado con un prólogo de Care Santos. También a ella le corresponde la parte de la selección de textos. Care nos habla del mundo que le tocó vivir a Emilia Pardo Bazán, machista y misógino, y eso le da más valor a sus relatos pues en ellos -y quizás en otro escritos- fue capaz de asegurarse la oportunidad de hacer crítica social.

Me pregunto por ello ¿puedo haber sido Emilia Pardo Bazán más sangrienta, más macabra, de haber querido? Sospecho que se habría encontrado muchos muros y posiblemente no habría tenido tantas oportunidades de escribir un terror más escalofriante y feroz. La autora gallega tuvo que soportar muchas críticas… a los hombres de la época no les gustaban las mujeres adelantadas a su tiempo, las pioneras, y fruto de esa misoginia y machismo injusto estoy segura de que ella tuvo que contenerse mucho.

Es, en resumidas cuentas, un conjunto de diez historias cortas de no más de 5 páginas cada una que fueron escritas para medios escritos desde 1892 a 1911 en El Imparcial, Blanco y Negro, La Ilustración Española y Americana, y otros.

Una nota final: si con la imagen de portada no tenéis suficiente, podéis ver alguna imagen en el vídeo que hice cuando presenté el libro o yendo directamente a la web oficial de la editorial, porque ahí se muestran con detalle muchas ilustraciones.

Anika Lillo