La casa de la mina

Opinión:

Para ponernos en contexto, la mina de Varilongo, un municipio coruñés de Santa Comba, fue el mayor yacimiento de wolframio de Europa, descubierto en 1941 y que se mantuvo activo hasta 1985 en que cerró definitivamente. El wolframio fue un mineral muy codiciado por la Alemania nazi para utilizarlo en su armamento y carros de combate, al mismo que tiempo que era codiciado por los países Aliados para impedir que llegara a la industria alemana.

La trama comienza con un prólogo de Sara de Barciela, la protagonista ya de mayor, pero a la que conoceremos desde pequeña, situándonos en el escenario de "La Casa de la Mina", o la Travesa como era conocida entonces, el emplazamiento desde donde se gestionaba la mina y en cuya aldea vivió hasta los 18 años, y que vuelve a su vida a través de una noticia publicada en un periódico; a partir de ahí, empieza a recordar, desde la perspectiva de los años, su infancia y su juventud cuando empezó a trabajar en la mina con tan solo 15 años. Sara provenía de una familia muy humilde en la que solo estaban su madre y ella, y un padre afortunadamente ausente en la familia, pero que, cuando regresaba, solo traía miedo, odio, y dolor consigo. Su madre asumía que ese era su destino, pero ella se revelaba contra esa vida tan precaria que llevaban; tendría que haber algo más grande y hermoso fuera esperándola.

En el escenario de la Galicia de posguerra, nos adentramos en Randufe, una aldea donde apenas vivían más de 30 familias, todas ellas gentes del campo honradas, pero con un orden de clases que era mejor respetar para mantener la convivencia dentro de los perímetros aceptados, algo que Sara aprendió desde niña, quién se consideraba pobre "de solemnidad". Por eso, siempre tenía en su conciencia una deuda a pagar hacia la gente que de una forma u otra les ayudaban. En un ambiente de desesperación y falta de recursos, y sin esperar más que lo que la ofrecía el momento, Sara empieza a trabajar en la mina cuando aún no se sabía del wolframio y se extraía estaño, hierro y cuarzo.

Dos sucesos cambiarían su vida: el descubrimiento del "oro negro", y el día que fue sorprendida mientras cogía comida en la Travesa por un joven alemán, Hannes Goebbels, conocido como "el ingeniero", y que disfrutaba de gran consideración entre los trabajadores de la mina, la mayoría ignorantes de lo que ocurría fuera de sus fronteras.Hannes aparecerá para desbaratar su vida y convertir en realidad uno de los sueños con los que se evadía tantas veces. Sin embargo, podría ser demasiado grande para ella, dos mundos demasiado diferentes y nada parecía existir para presagiar que pudieran mezclarse. Ella, con la inocencia de una muchacha que no sabía más que de trabajar y no estaba acostumbrada a tratar con chicos, mucho menos un pretendiente y que encima fuera educado, limpio y bien vestido, se convertiría en una joven de 18 años con los sentimientos a flor de piel y un corazón sin control.

Aunque, pasar de la ficción de su imaginación a la realidad era algo para lo que no estaba preparada, además los pobres siempre pagaban un alto precio por sus fantasías, su corazón se resistía a que esas vidas paralelas y tan lejanas no pudieran juntarse. El destino, que no la dejaba escoger y simplemente se imponía, ayudó a que ambos mundos confluyeran y se abriera ante Sara un universo nuevo, lleno de dicha y felicidad. Y, si vivir en una aldea tan pequeña con tradiciones muy arraigadas hacía que todo lo que sucedía llegara a oídos de todos, si de algo estaba segura, es que ella no estaba dispuesta a dar pena a nadie, y llegaría el momento de contravenir las estrictas y decorosas normas de la época y desquitarse de su miseria.

Cual Escarlata O'Hara, se prometió no volver a pasar hambre ni templar de frío y, no sin dificultades, se integraría en el círculo de Hannes, de nuevo un poco superada por su "analfabetismo social" por las circunstancias tan diferentes, pero no habría vuelta atrás. Sin embargo, era una completa ignorante de lo que se estaba librando ahí fuera, de esa guerra de la que provenía Hannes; no sabía de los lloros de los huérfanos, de las gentes que huían o perseguían, hasta que un vuelco del destino hace cambiar su vida en un segundo, y le sobrevienen una serie de sucesos sobre los cuales ella será como un títere movido por unas manos invisibles sin tener ningún control. De repente se despegó de la inocencia que la había caracterizado hasta entonces para abrir los ojos a una realidad que dividía el mundo y de la que ella, sin esperarlo, sería una víctima más en ese entramado de conspiraciones y espionaje, dando lugar a un tenso final que da un giro radical a cómo había transcurrido la trama hasta el momento.

La narración lleva un estilo muy ágil, que apenas se detiene en los detalles o se enreda describiendo los acontecimientos. Tiene una ligereza que hace ir avanzando en la trama de forma muy fluida, y Sara será muy querida para el lector; provoca ternura, tanto en su etapa de niña trabajando sin parar sin salir de su aldea, como por la inocencia que no deja de acompañarla a pesar de ir cumpliendo años. Especial atención requieren los momentos con su madre, Clarisa de Barciela, quien estará en la sombra asumiendo el destino que la había tocado, pero que nunca puso trabas al de su hija. Sara entendía y sufría por su madre, por la vida que habría deseado tener y nunca tuvo; por los años perdidos y no tener ya la esperanza de reconstruir su mundo de miseria. Siempre la tendría presente.

Una más que recomendada historia: "Cuando la vida empuja, no sabe uno de lo que es capaz".

*Publicada por Ediciones B.

Belén Flores