La cámara sangrienta

Opinión:

"La cámara sangrienta" da nombre a este conjunto de relatos que Angela Carter escribió a finales de los años 70 y que Sexto Piso ha editado en tapa blanda y con las ilustraciones de la chilena Alejandra Costa. Como señalábamos más arriba, nos encontramos ante diez relatos que reinterpretan cuentos clásicos que forman parte del imaginario colectivo (al menos en lo que a cultura occidental se refiere), como La Bella y la Bestia, Caperucita Roja, Barbazul o El gato con botas. 

Todo en nuestro mundo es intertextualidad; ningún producto cultural nace completamente de la nada sin que su autor/a se haya inspirado en alguno anterior o sin que los conocimientos previos, la cultura del escritor permee en el tema y la forma elegidos. En el caso de estos relatos, nos hallamos ante una colección pretendidamente intertextual ya que se suma a una corriente de reinterpretaciones (o "retellings" que parece más de moda en nuestro entorno anglófilo) muy habitual en los tiempos que corren. Como muestra, un botón, o una novela: El diario de Bridget Jones es una clara relectura de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen... hasta le han salido relecturas a Crepúsculo de Stephanie Meyer en forma de relato erótico... Grey y sus sombras. En el tomo que nos ocupa, Angela Carter se decide por cuentos y leyendas clásicas a las que impregna de un sesgo abiertamente feminista, transgresor, sexual, gótico y muy sorprendente. 

La autora se preocupa por el papel pasivo que tienen las mujeres en todos los cuentos clásicos que nos han leído de niñas: los personajes femeninos siempre son la presa fácil, la madre paciente y sufridora, la joven casadera que es objeto de venta o matrimonio concertado sin tener en cuenta su opinión... en pocas palabras, las mujeres solemos adquirir el rol de víctimas pasivas y son ellos (el príncipe, el protagonista valiente, hasta la horrenda Bestia) quienes verdaderamente mueven la acción y salvan la situación (cuando hay que hacerlo).

Frente a esto, Carter nos ofrece unas protagonistas que no se están quietas, que indagan, que se preguntan y buscan respuestas, que se escapan del rol de presa y, en más de una ocasión, se convierten en cazadoras, básicamente, que por fin tienen dos dedos de frente y no exasperan a las lectoras del siglo XXI con sus grititos de niña ñoña sin recursos. Esta visión, claramente reivindicativa de un feminismo libérrimo y activo, va acompañada, a su vez, por una interpretación más oscura de los cuentos, lo cual los convierte en el dechado de sorpresas que he comentado más arriba. Aunque conozcas los cuentos, ya desde el planteamiento descubres que los parámetros en los que se mueve Carter no son los tradicionales: en sus cuentos lo gótico, lo misterioso, el peligro real, de muerte... el terror más visceral impregna todas sus páginas. Cuando comienzas a leer descubres que algo raro (y desasosegante) se va a desarrollar ante tus ojos y no te equivocas. En estos cuentos he hallado restos del mejor Poe y también de Hoffmann o Stoker. La autora quiere incomodarnos y para ello no duda en llevar sus historias hasta los extremos: la devastación moral y física, el terror más auténtico, la sexualidad desatada capaz de crear monstruos y cercenar vidas, una zoofilia enfermiza de tan voraz... todo esto tiene cabida en sus (a priori) inocentes cuentos.

Está bien, muy inocentes no deben ser con el nombre que ha elegido para titular el conjunto ("La cámara sangrienta"), y es verdad: el propio título (nombre del primero de todos los que componen la antología) es toda una declaración de intenciones. Un aviso para navegantes: cuidado, te voy a contar un cuento... que no podrás olvidar. Los motivos, quizás, no sean los que esperabas pero la autora cumple con creces: no se olvidan.

Ana Vanesa Cremades Medina