Justicia divina (Camel Club 4)

Opinión:

En esta nueva novela del Camel Club, David Baldacci lanza algunas preguntas al aire: ¿Cuándo es lícito matar? ¿Está bien cuando se hace obedeciendo una orden y está mal cuando se hace por justicia? Porque de eso va precisamente esta novela, de justicia. ¿Qué puede uno hacer cuando los asesinos de su familia continúan tranquilamente con sus vidas porque son "intocables"? ¿Qué opciones tiene un hombre que está siendo perseguido a muerte por quienes antes lo tenían en nómina?
 
Oliver Stone es ese hombre. El pseudónimo hace referencia al director de cine, y oculta a un ex miembro de la CIA sexagenario que se ve abocado a tomarse la justicia por su mano antes de retirarse definitivamente. Sólo que a este tipo de personas parece que les persiguen los problemas, pues su lugar de retiro, en un pueblecito de la América profunda, no es en absoluto el Paraíso que pretende ser.
 
Y es que Oliver Stone es un buen tipo. A pesar de estar huyendo, tiene tiempo para involucrarse en las vidas de sus semejantes y echar una mano. Está en su naturaleza. De hecho, todos los miembros del Camel Club le deben la vida por una u otra razón, y no dudarán en acudir en su ayuda si fuera necesario. Esa lealtad es innegociable y ninguno la quebrantará al ser interrogado por las autoridades, aun a riesgo de su propia seguridad.
 
Esa honestidad que caracteriza a Stone es la misma que se aplica a su contrario, el agente Joe Knox, un gran profesional más o menos de su edad, cuya misión es encontrar al fugitivo y entregarlo a su jefe, el auténtico villano. La evolución del personaje es de lo mejor de la novela. Knox tiene una misión clara pero, cuanto más investiga, más descubre sobre el hombre al que persigue y más lo comprende, hasta llegar incluso a justificar sus actos. Para él existe una línea difusa entre lo justo y lo injusto, pero hay cosas que están mal sin más, y el caso de Oliver Stone parece ser uno de ellos.
 
El ritmo de esta novela es trepidante. Mucha acción y muy buenos diálogos, con episodios de gran tensión y con algunos momentos para la ternura. Uno de esos thrillers que uno jamás debería comenzar antes de irse a dormir, porque es muy probable que no bese las sábanas hasta haberlo terminado. 
 
Pilar Alonso Márquez