Jazz Café

Opinión:

Epicuro Salvatierra es de esos tipos que sabes que te van a caer bien en cuanto empiezas a leer sobre él. El típico detective sin fortuna que un día tiene que hacer frente a un caso diferente a los habituales, siendo un reto que su ego profesional no puede dejar escapar. Su forma de actuar es un imán que enseguida cobra fuerza, haciendo que todos sus movimientos capten nuestra atención entre sorprendidos y risueños; pues si algo tiene este personaje es que nos podemos reír con él al tiempo que seguimos con atención sus investigaciones.

El brutal asesinato pronto se enreda con supuestas sectas satánicas que estarían dejando una seña de identidad que recuerdan a la numerología nazi y a un grupo de cabezas rapadas como sospechosos potenciales.

Si el papel de su amigo el Rubio es importante para dar una localización a la trama y que el centro de operaciones, el Jazz Café, se convierta en un escenario de confidencias; no menos protagonismo cobra la pareja de Salvatierra, Alicia, una abogada comprometida con la reinserción, que gracias a sus contactos conseguirá abrir una línea de investigación a la que el detective sacará mucho juego.

Los personajes secundarios cumplen su papel entrando en escena en el momento justo, aportando a la novela el contrapunto que necesita Salvatierra, y dando forma a un grupo heterogéneo cuya implicación es importante. Tanto, que la trama sin ellos no sería posible y el detective Salvatierra se quedaría atascado si no fuese por los empujones de sus amigos, a través de sus acciones o sus palabras de ánimo.

Uno de los aciertos de la novela está en los diálogos, siempre hay conversaciones en las que los pensamientos salen disparados en busca de una contestación, de un punto de vista que desenrede todas las pistas que van surgiendo. Pero también para poner esa nota de humor tan necesaria y que relaje la tensión acumulada; pues al caso no le sobran persecuciones, matones de gimnasio y aprendices de narco ocultos entre skin y pescaderos.

La estética del lenguaje del autor y la recreación de los episodios nos transportan a imaginar a los personajes en movimiento y a crear formas visuales de cuanto acontece; lo que se traduce en una lectura adictiva llena de acción, que sumada a los diálogos y al tono humorístico de su autor la hacen imprescindible para los amantes de la novela negra española.

Porlomenix