Jauja

Opinión:

No había vuelto a leer nada de Use Lahoz desde aquel "El año en que me enamoré de todas" que le valió el Premio Primavera de Novela en 2013 y del que yo guardo un recuerdo desigual: una parte me gustó mucho pero la otra… no tanto. Y lo que he hallado en este reconfortante reencuentro ha sido una evolución, en mi opinión, tremenda y hacia la sensibilidad que me encandiló en aquella primera novela.

Porque una de las cosas que más me gustan de Lahoz es su manera de contar. Tiene un tono cercano, poético y entrañable que no nos hurta la parte más dolorosa de la vida (como queda claro en esta novela) pero que nos da como una especia de bálsamo cura-heridas que logra que, al final, te quede un poso de esperanza en el corazón. Así ocurre después de leer este "Jauja" que reflexiona, como su propio título indica, sobre el lugar (físico o metafórico) en el que reside la felicidad.

Ese Jauja donde todo es maravilloso e idílico adquiere aquí muchísimo valor. Por un lado, es la expresión de la familia Broto que va pasando de generación en generación, a la que se agarran para formular todo lo bueno de la vida, todo lo que podrían tener y no tienen. Pero también se convierte en metáfora de lo que se tiene y no se valora, de lo que se tiene y no nos damos cuenta de que está ahí.

Bien sabe de ello esta María protagonista que nos lleva en un viaje desordenado a través de su pasado y nos va descubriendo su alma inconformista, rebelde y, hasta cierto punto, insaciable: nunca nada parece suficiente para ella. Ni su familia, ni su padre, ni su pueblo, ni su madre, ni su pareja, ni su vida… Solo su trabajo como actriz parece darle algo de paz.

Su punto de vista se va mezclando en capítulos alternos (aunque de dispar longitud) con el de su padre, Teodoro, de manera que vamos descubriendo el origen de María y la triste historia de este hombre que llevó la vida que pudo, no la que quiso. A lo mejor porque ni siquiera podía saber cómo quería vivir.

Lahoz opone el mundo rural y el de la gran ciudad para ofrecernos una historia humana y llena de recovecos donde no falta ni la violencia, ni la injusticia, ni el abandono, ni la soledad, ni el odio, ni el miedo, ni la inseguridad, ni la búsqueda de uno mismo, ni la culpa. Y el perdón, claro está. Aunque no siempre uno tenga la sensación de que valga para algo.

La verdad es que me ha encantado viajar a este "Jauja" que nos permite recorrer también la España de los 50, de los 60, de los 70, de los 80 y de la actualidad y descubrir sus diferencias, vicios y virtudes. Lahoz nos regala una historia llena de humanidad, profunda y tierna que nos permite reflexionar sobre la identidad, las heridas del pasado y si es posible enderezar el cauce torcido de una vida basada en el engaño. Una experiencia (la de leer esta novela) que hay que vivir.

Lidia Casado