intervenciones

Opinión:

Aunque algunos le conocieron por la polémica que suscitaron en su día frases tan contundentes como “El Islam, de todos modos, es la religión más estúpida” (que aparecía en su novela “Plataforma”), hay que decir que Michel Houellebecq es mucho más que un escritor provocador. De hecho, encabezó la renovación de la literatura francesa a partir de su primera novela, “Ampliación del campo de batalla”, y desde entonces no ha parado de alcanzar éxitos, buenas (y malas) críticas y sobre todo polémicas. Convertido hoy en una auténtica estrella mediática, el autor no ha perdido ni su acidez ni su pesimismo vital. Y ahí lo tenemos, ganando el premio que se le resistió durante tantos años, el Goncourt, por su novela “El mapa y el territorio”.

Este compendio de textos es un buen ejemplo de su manera de pensar y escribir, con frases cortantes y contundentes (“La literatura no sirve para nada”; “Personalmente siempre he considerado a las feministas unas amables gilipollas, en principio inofensivas, pero a quienes, por desgracia, su desarmante falta de lucidez vuelve peligrosas”), impregnadas de humor negro o mala baba, huyendo del imperativo de lo políticamente correcto, verdadero censor de nuestros días. Sus textos denotan crítica y hastío, pero también amor por los libros, por el arte, por la música, por la humanidad (a pesar de que esté condenada al fracaso). Houellebecq también habla de él (aunque no demasiado), de lo incómodo de sus polémicas (según él involuntarias), sobre todo las que lo acusaron de racista, xenófobo y homófobo.

Sin embargo, uno de mis textos favoritos se sale de esta premisa y recurre a la nostalgia (nunca se olvida de la ironía, pero es sorprendentemente positivo). Me refiero a “Toda una vida leyendo”, el texto que el autor envió a la editorial J´ai Lu, la que él leía de niño, con motivo de su cincuenta aniversario. Ahí leemos al Houellebecq niño y adolescente, con sed de lecturas y aventuras a través de las páginas, emocionándose al recordar tiempos pasados y una colección de bolsillo que aún conserva como quien guarda un tesoro oculto.

Otros disfrutarán con el Houellebcq más previsible, el que llama “imbécil” al escritor francés Jacques Prévert o califica de aburrido a su “rival” Alain Robbe-Grillet con motivo de su muerte. O tal vez con las entrevistas, en las que profundiza sobre algunas de sus novelas. O sus diferentes artículos, como una brillante semblanza sobre el músico canadiense Neil Young, al que dedica una loa a su imperfección humana; su visión de la fiesta o su querencia reciente por la literatura de ciencia ficción. O tal vez uno se decante por esos experimentos de poesía y reflexión, tan inquietantes como atrayentes, que aparecen en la obra “Opera Bianca”…

En realidad, no resulta difícil encontrar textos interesantes en este volumen. Cosa distinta es que estés de acuerdo con todo lo que dice, como algunas reflexiones sobre el feminismo, con momentos que rozan el chiste zafio; o en general su tendencia al pesimismo en su visión de la sociedad moderna occidental, sin olvidar  por supuesto la que mejor conoce, la sociedad francesa. En cualquier caso, seguro que no te dejarán indiferente. Muy recomendable pues.

Jorge Borondo