Historia de un perro llamado Leal

Opinión:

Leal es un pastor alemán criado por los mapuches, el pueblo indio de la Araucanía en Chile. Leal es feliz con ellos y con su hermano humano Aukamañ, y aprende a respetar y amar la naturaleza tal y los indígenas hacen. Sin embargo, los hombres blancos llegan al poblado de Leal y, además de arrebatarles las tierras, Leal es secuestrado y retenido con ellos, quienes lo utilizan como perro de caza. Esta novelita ("ita" por su brevedad, que no por su profundidad) es una autobiografía atípica narrada por el propio perro protagonista que parece haber llegado a nuestras estanterías con el propósito de encogernos un poco el corazón y recordarnos el significado y alcance de la verdadera amistad y lealtad.

El libro se lee en un ratito porque tiene una tipografía generosa y bonitos dibujos pero, especialmente, porque la voz de Leal atrapa desde el primer momento. Sepúlveda se pone en la piel de este perro y, en consecuencia, la narración es sencilla, las emociones descritas, puras y nobles, y la interpretación que hace de la propia historia llana, a la vez que profunda. Sin embargo, esas pocas páginas le sobran y bastan a Sepúlveda para crear un relato muy bonito y enriquecedor (como ya hiciera con el clásico contemporáneo que es "Un viejo que leía novelas de amor"). Básicamente, de la mano de Leal, Sepúlveda nos transporta a la cultura mapuche, nos muestra su profunda conexión con la tierra que habitan y el respeto que sienten hacia todos los seres vivos. Frente a ellos, el hombre blanco arrasa, mata y destruye todo cuanto encuentra y, si su comportamiento ya resulta incoherente para los indígenas, Leal, el perro protagonista que nos guía, lo observa con total incomprensión y sorpresa. Quizá la mayor diferencia con respecto a la anterior obra nombrada del autor sea ésta: aquí tenemos la historia narrada desde la voz limpia e inocente de un perro, mientras que en "Un viejo que leía novelas de amor" la voz de la experiencia del viejo y su desencanto poblaban todo el relato. Esta diferencia, por otro lado, motiva que esta "Historia de un perro llamado Leal" sea tan indicado para lectores a partir de los 10 años y se convierta en un relato disfrutable para cualquier tipo de lector.

A nivel estilístico o más profundamente literario, Sepúlveda nos ofrece aquello que tan bien se le da: una prosa sencilla, llena de palabras mapuches que dan sabor de autenticidad a la historia e imágenes potentes que se quedan en la memoria aun habiendo cerrado el libro. Nos encontramos ante una pequeña fábula (por cuanto tiene de protagonista animal y vida en la naturaleza) reivindicativa, la vida armónica con la madre Tierra y ante una denuncia/ testimonio de la maldad que marca la irrupción del europeo en las pacíficas vidas de los mapuches.

Es una historia que me ha enternecido (reconozco que adoro los animales y, entre ellos, los perros son mi debilidad) y me ha recordado a las emociones que en su día me despertó la ya mencionada "Un viejo que leía novelas de amor". Está claro que las comparaciones siempre son odiosas (aunque se trate de dos novelas de un mismo autor) pero, en esta ocasión, la nueva lectura no se ha visto empequeñecida en modo alguno por el recuerdo de la anterior. En otras palabras y, subrayando lo ya expuesto hasta ahora, creo que esta novela puede agradar tanto a quien no haya leído a Sepúlveda hasta el momento como a quien ya sintió el corazón conmovido con sus anteriores obras.

Los perros, con ese cariño incondicional hacia los humanos, con su nobleza, ganas de vivir y facilidad para disfrutar del momento y de las pequeñas cosas, tienen mucho que enseñarnos a los hombres y Luis Sepúlveda lo sabe. Del mismo modo, también conoce el canto a la naturaleza, la vida armónica y sencilla de los mapuches y ha decidido, esta vez en la voz de un perro, hacernos partícipes de ella. Otra forma de vida en comunión y respeto hacia el resto de seres vivos es posible y Leal es buen ejemplo de ello.

Ana Vanesa Cremades