Hecho en casa

Opinión:

Algunas veces, los cocinillas, principiantes o avanzados, nos complicamos la vida en exceso con platos rebuscados que sobrepasan no sólo nuestra habilidad en la cocina, sino también la educación de nuestro paladar. Y se nos olvida, con demasiada frecuencia, que lo más rico no es siempre lo más complicado, y que unas buenas lentejas pueden dejar más huella que un foie caramelizado con reducción de Pedro Ximénez esferificada. Volver a los básicos, a la cocina fácil, y reinventarla al tiempo que adapta recetas propias y de extraños es lo que ha hecho Pau Arenós en "Hecho en casa".

Cocina doméstica, tanto en su planificación (los ingredientes son fáciles de adquirir) como de ejecución (adiós técnicas complicadas y usar ocho electrodomésticos por receta), es la base de este inusual recetario que Arenós confeccionó con las recetas que en un año preparó a su familia. Propias o apropiadas, como dice la editorial, y que en realidad son más suyas que de nadie, ya que fiel a su costumbre de no pedir recetas, el periodista, Premio Nacional de Gastronomía, se apropia sin pudor de la idea y la lleva a su terreno, a sus fortalezas y gustos, para crear algo completamente nuevo. Y riquísimo.

Conviene resaltar también que la originalidad y autenticidad del libro no sólo radica ahí, sino que han sido dos conceptos claves en todo el proceso. Por un lado, tenemos la división por secciones (Para empezar, Nigirilandia, Para seguir y Para acabar), que nos enfoca rápidamente hacia lo que queremos, pero que no deja de ser muy diferente a los usuales recetarios. Por otro lado, la inclusión de un hashtag con cada receta, que no sólo pretende viralizar el contenido del libro, sino además integrarnos en conversaciones con otros amantes de la cocina. Y por último, pero no menos importante, destacan las fotografías con las que se ilustra el libro. Adiós estudios fotográficos y horas de pruebas. Adiós comida de mentira para encontrar la mejor combinación de colores. Pau Arenós usa un iPad, y algunos filtros de Instagram, para demostrarnos que nosotros también podemos hacerlo.

Y lo cierto es que se puede. Como en todos los libros, hay distintas dificultades en los platos, pero eso no sólo te ofrece una gran variedad, sino también la posibilidad de ir avanzando si descubres que los fogones son tan divertidos como muchos dicen. Y si te sientes arrojado, siempre puedes apropiarte de las recetas de Pau y modificarlas. Gracias a sus trucos y a sus ideas, Arenós también consigue educar nuestro lado más atrevido, y nos ayuda a educar nuestro paladar y encontrar ese registro de sabores tan personal que cada uno tiene. Y eso, sinceramente, es el mejor halago que yo puedo hacerle a un libro de cocina. Porque enseñar y seguir una receta todo el mundo sabe, pero enseñar a improvisar, eso ya es un arte.

María Martín