Guayacanal

Opinión:

En esta novela el autor nos lleva de viaje a su hogar, allí, en Guayacanal, donde todo parece impregnado de una estela atemporal, convive pasado y presente, donde todo es y no es. Los recuerdos afloran, las fotografías son el hilo conductor para una narración llena de nostalgia. Memorias color sepia.

Y todo empieza por un viaje pospuesto una y otra vez desde hace años, volver al lugar donde sus bisabuelos echaron raíces, donde la tierra daba sus frutos y desde tiempos inmemoriales la violencia y la muerte echaron raíces también.

Aquí la lectura hace que hilemos fino y desentrañemos más cosas: la política y el cacicazgo en la zona, que hace que los conservadores sean el poder político dominante y los liberales… el de los perseguidos.

Y la familia de Ospina estaba precisamente en el bando de los liberales. Huida para mantenerse con vida, huida para conservar la familia. Pero hay más aun… historias familiares, lazos invisibles, anécdotas y miradas hacia el pasado, que parece que fue apenas ayer.

Nos habla desde lo más profundo, para relatarnos con los sentimientos a flor de piel, con el entusiasmo de quien ve la historia desarrollarse delante de sus ojos, pero con un toque sutil, casi mágico, al novelar su pasado.

Y parece que todo es al azar, como si hubiera encontrado una caja llena de fotos antiguas y abre su corazón para indicarnos quien es quien, y cuál fue su vida, su relación con su pasado, la familia y, sobre todo, nos regala una maravillosa contextualización sobre ese lugar: Guayacanal.

La violencia acampa entre las páginas del libro en todo momento, es una época violenta, a pesar de la paz de la que se jacta y es el tiempo donde sus bisabuelos se afincaron en la zona. Nos cuenta cómo eran ellos, su forma de ver la vida, sus relaciones sociales y como la familia creció y se formó bajo el influjo de esos ancestros. Una vida diametralmente diferente a la que viviríamos hoy, ciertamente, no exenta de peligros y de aventuras en una tierra casi salvaje, donde quien tiene el poder es quien decide cómo se hacen las cosas…

Es ese juego político y el miedo en la piel que impregnan el relato de principio a fin, pero también hay una especie de dulce nostalgia al rememorar el pasado, el amor a su familia, la vida en un pueblito pequeño, los amigos. La vida misma.

Una época tan diferente a la nuestra, pero la sentimos tan cercana, porque Ospina logra meternos en su relato, nos lo hace muy fácil, con una narrativa tan amable y llena de texturas, como una fuente llena de frutos recién cosechados, que podemos paladear con gustoso encanto.

Es que, a veces, la realidad supera la ficción y cuando nos cuenta al final que esto es una novela, nos lo creeríamos a pie juntillas. ¿Por qué no? Es la vida de otros y es su propia vida enlazada al pasado, pero contada con la gracia que tiene quien ha sido tocado por una musa generosa.

Porque en esta obra se mezclan realidad y ficción, se pueblan los espacios de una especie de encanto crepuscular que hace que valoremos aún más sus palabras, nos hace ver un país desde sus ojos, pero sentados cómodamente en nuestra orilla.

Sin duda es un libro muy íntimo, escrito con sentimientos profundos, donde encontramos a un Ospina nostálgico del pasado, pero orgulloso a su vez de esas raíces y de la tierra que le vio nacer… parece que el realismo mágico colombiano se lleva en la sangre, lo destila la savia de la selva tropical, la violencia de las guerras… ¿dónde más podría crearse esta fórmula narrativa, sino en un espacio donde es necesario evadirse de la realidad?

Si bien no es un realismo mágico al uso, claro está, se percibe esa aura de prosa poética que nos atrapa desde el primer párrafo.

Escribir es un desafío constante, llegar al público es una premisa, escribir para deleitarse es un placer que no todos consiguen… ¡Recomendadísimo!

Carol Inabé Barba