Fungirl

Opinión:

Y a las pocas viñetas, ¡toma ya!: un glorioso y categórico «me cago en dios» me hizo descojonarme de risa. Porque sí, porque era un «me cago en dios» tan inesperado y a la vez tan jodida y sabiamente bien puesto, que era la única reacción posible en cualquier persona normal y con sentido del humor. Cuatro palabras que sirven para introducirnos en una peculiar historia, para presentarnos a la tirada de su protagonista, y, sobre todo, para enfilar la lectura por el camino correcto de la eyaculación femenina y la masturbación por hobby. Entre otras cosas.

Así, con la sonrisa en los labios después de haber gozado de la sacrosanta blasfemia inicial, vamos a conocer a una tía que es el terror de los skaters y un putísimo caos en todos los aspectos. En todos. Una chica que comparte piso con su exnovia enfermera, y cada vez más con el flojeras del novio de esta, y que no tiene oficio ni beneficio, hasta que encuentra curro en una funeraria para desgracia de su propietario, que no sabe a quién ha metido a trabajar en el negocio…

Al principio pensaba que este "Fungirl" estaba compuesto de pequeñas tiras pero a medida que transcurre la lectura te das cuenta de que es un todo, una historia de historias, troceadas, pero con argumento lineal y continuo chapoteado con conversaciones sexuales, escatología, humor negro, alcohol, sexo oral, competiciones de sexo oral y cosas bonitas de estas…

A pesar de lo anterior, el humor es un humor blanco, suave y sin mala leche porque nuestra prota es una inconsciente que no hace las cosas con maldad, que es un poco como nosotros en nuestros mayores momentos de vergüenza, solo que ella vive toda su vida en esos momentos y sin vergüenza (y convencida de ser una inalcanzable diosa-hada de ensueño a la que se han dedicado incesantes horas de cunnilingus). En mi caso esperaba que fuera un humor más salvaje, y bruto, que despertara más repulsión en los sectores más conservadores después de un arranque tan espectacular. Que escandalizara más. No sé, puede que esté mal acostumbrado por el desbarre de The Boys, pero «Fungirl» ha seguido en un tono bastante regular durante todo el cómic. Gracioso, no digo que no, hilarante, divertido, sí, pero menos cáustico de lo que parecía prometer.

Aun así, un cómic gamberro donde los haya que no puede faltar en las estanterías de los comiqueros más irreverentes, desagradables y malas personas, editado primorosamente por Fandogamia, una editorial de las buenas buenas, que ha estado muy atenta a los vivos colores que se ha marcado Elizabeth Pich, y que se ha currado una edición de lujo.

En definitiva, un cómic con el que echarse unas risas, que no es poco.

Diego Palacios