Frankenstein

Opinión:

 "Frankenstein o el moderno Prometeo" surgió como respuesta a un desafío lanzado por Lord Byron. Retó a Mary Shelley a escribir una historia de terror mientras veraneaban cerca del lago Leman. El resultado es esta obra, uno de los grandes clásicos de la literatura fantástica.

Se cree que la autora se inspiró en los experimentos galvánicos de Giovanni Aldini que, a principios del siglo XIX, realizó una gira por Europa para demostrar los efectos de la electricidad sobre el cuerpo humano, llegando a experimentar con George Forster, un preso que acaba de ser ejecutado.

La novela nos cuenta como Víctor Frankenstein jugó a ser Dios y creó un ser de aspecto monstruoso al que abandonó a su suerte. La criatura se vio completamente sola y buscó cariño y compañía desesperadamente en granjas alejadas de los grandes núcleos urbanos. Pero fue rechazada una y otra vez por su aspecto físico. Nadie le dio la más mínima oportunidad, pese a que les ayudó en muchas ocasiones.

¿Quién es el monstruo de la historia? ¿El doctor que jugó a ser Dios o la desolada criatura? La respuesta puede parecer obvia en un principio, pero no lo es tanto según avanzas en la historia.

La criatura ha venido al mundo en soledad. No sabe dónde está, ni tiene a nadie que le guie en un mundo del que no sabe nada. Su creador ha desaparecido y él se refugia en el bosque huyendo de su espantoso reflejo.

Intenta relacionarse, pero es rechazado una y otra ver por su físico, y el dolor se adueña de cada fibra de su ser. Hasta tal punto que su bondad inicial se torna maldad y lleva a cabo el primer acto de venganza contra su creador.

Víctor va perdiendo poco a poco lo que más ama pero no reacciona más allá de llorar hasta quedarse sin lágrimas. Ni siquiera intenta proteger a sus seres queridos y se convierte en un mero espectador de la venganza del ser que ha creado. ¿Remordimientos? ¿Locura?

"¡Maldito creador! ¿Por qué me hiciste vivir? ¿Por qué no perdí en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente encendiste?"

Esa es la frase que resume a la perfección la tragedia de este libro narrada a tres voces: la de la propia criatura, la de Víctor y la de Robert Walton. Entre los tres nos dibujan un doloroso retrato de la soledad en todas y cada una de sus formas.

Un clásico de la literatura que tiene muchas lecturas: la irrefrenable ambición del hombre por superar a Dios, la soledad de un hijo rechazado por su padre y la necesidad de encajar en la sociedad.

Anaya presenta una edición muy especial y didáctica de esta obra maestra con impresionantes ilustraciones de Enrique Flores; notas a pie de página que explican el contexto histórico, geográfico y literario de la obra y el significado de las palabras que pueden resultar complicadas para el público juvenil.

Ana G. Aranda