Frankenstein

Opinión:

Cristià

Una de los máximos exponentes de la novela gótica y precursora de uno de los movimientos más influyentes de la literatura, el romanticismo, la novela ha trascendido más allá de la literatura y se ha convertido en un icono del mundo del terror. ¿Quién a día de hoy no le suena "el monstruo de Frankenstein"? ¿Quién desconoce la historia de un ser que cobra vida de la nada y que luego su fealdad lo condena al asesinato? Publicada en 1818 por Mary Shelley bajo el título de "Frankenstein o el moderno Prometeo", la obra ha sido reeditada en multitud de ocasiones y ha servido como guión cinematográfico en otras tantas, a la vez que una de sus versiones cinematográficas, la de "Frankenstein" en 1931, sirvió para asentar en la mente humana la imagen del monstruo que es a día de hoy conocido como "el monstruo de Frankenstein". Ha sido tan popular esta obra, de hecho, que incluso se ha apoderado erróneamente Frankenstein como el nombre del monstruo que aquél inventó, pues Victor Frankenstein es el creador de dicho monstruo, que en ningún momento recibe nombre alguno.

La novela surgió de una apuesta en una noche tormentosa cerca del lago Lemán, en Suiza. La apuesta salió entre el poeta Lord Byron, Percy Shelley, el marido de Mary Shelley, ésta y el médico John Polidori, una apuesta para ver quién era capaz de narrar la historia más terrorífica. Sólo el médico la terminó, y su relato inspiró a Mary Shelley para dar forma a la novela. 

La novela gótica estaba en auge a la sazón, pues llevaba más de tres décadas existiendo, un arte que rompía con el siglo de las luces. La novela persigue dotar de oscuridad a todo aquello que presumiblemente es luz. Se trataba por entonces de una sociedad que buscaba las respuestas científicas a todo. Aquí Mary Shelley emplea su ironía y su sarcasmo para ofrecer un punto de vista trágico de las consecuencias que podía implicar el uso de la ciencia para explicarlo todo y para emplearlo en la vida cotidiana. Su título original, "Frankenstein o el moderno Prometeo" hace referencia al mito de Prometeo, quien fue castigado por robarle el fuego a los dioses y traerlo a los humanos. Sin embargo, a diferencia del mito, en el cual Prometeo era condenado por los dioses a una isla a ser devorado para siempre, es aquí el ser creado quien castiga al científico que ha robado de los dioses el don de dar vida. 

La novela se narra entre epístolas. Existe una pluralidad de narradores (tres en total) que otorgan a la obra dinamismo y tensión que causarán las delicias de todos aquellos que aún no hayan tenido el gusto de probarla. Se trata de una novela excelente, sublime, que debería estar en cualquier estantería, por su temática, su influencia artística, su significado, su estilo y por mucho más. Se produce una larga retahíla de descripciones de sentimientos que no acaban de resultar tediosos, pues siempre acaecen acontecimientos. Las descripciones son más emotivas que descriptivas, lo que ayuda al lector a sumergirse en los sentimientos y pensamientos de los personajes, de quienes se compadecerá y con quienes sufrirá, de bien seguro.

¡Uno de los clásicos indispensables!

Cristià Serrano

Anika Lillo

Esta es una de esas novelas que con el tiempo se convierten en una de tus favoritas pues cuantos más días pasan, más aprecias la historia que has leído. Eso sí, debido a influencias de versiones cinematográficas, hay cosas que sorprenden.

Con el primer Frankenstein de la Hammer no tiene absolutamente nada que ver. Si en algo se parece es a la versión de Brannagh, y ni eso. Y al margen de comparaciones con las películas y basándome ya en la lectura, sí quisiera decir que me ha sorprendido que Shelley apenas hiciera más que vagas alusiones al experimento. Por un lado es como si no se atreviera a "mojarse", hablando de un tema que evidentemente le quedaba lejos, y por otro lado buscando la forma de "evitarlo a toda costa", haciendo que sea otra persona la que lo cuenta tras oir la historia de boca de Frankenstein. Puesto que Frankenstein no quiere hablar con detalles de su experimento para que nadie más cometa su misma locura, Shelley se ahorra una parte de la novela, claro que también es cierto que a lo que menos importancia dio la autora es a la transformación. En esta novela son las penurias de ambos personajes las protagonistas de cada línea.

Víctor Frankenstein, animado por su propio ego plantea todo un desafío a la humanidad que sólo le valdrán penurias el resto de su vida. Dedicado a la Ciencia investiga hasta el punto de enfermar la resurrección de los muertos. Con uno que consiga ya habrá tenido el éxito buscado. Sin embargo cuando su creación, formada de trozos humanos sin vida, abre los ojos por primera vez, Víctor se asusta. Se asusta demasiado pronto y lo abandona. Egoístamente huye del monstruo que ha creado y se marcha a su hogar, con su querida familia y su amigo Henry Clerval.

Mientras tanto el monstruo se acerca a otro ser humano y sólo siente rechazo. La sensación de soledad no es tan grave como el descubrimiento de que ha sido creado por otro hombre y ha sido abandonado. En ese momento decide buscarlo, y apoyándose en su fuerza sobrenatural, viaja incansable hasta encontrarlo. Cuando encuentra a uno de los miembros de la familia, Víctor está otra vez fuera de casa, y el monstruo se ciega con el pequeño William. A partir de ese momento el trato entre ambos será de amenaza constante. Enemigos personales.

Aunque parezca mentira existió un doctor Frankenstein y al parecer la propia Shelley conocía de su existencia, por lo que puede que su novela tuviera una base real.

La novela se mueve constantemente entre el drama y el horror, y es, cómo no, altamente recomendable.

Anika Lillo