Francamente, Frank

Opinión:

Richard Ford vuelve a recurrir al irónico Frank Bascombe para relatarnos hechos de actualidad como la tragedia sufrida por miles de personas tras la furia devastadora del huracán Sandy, el desplome del mercado inmobiliario, el racismo, la pérdida de la fe, la derrota de la vejez, el matrimonio...

Frank Bascombe ya ha dejado de ser agente inmobiliario, ahora está jubilado y mira la vida desde otra perspectiva. A través de su tono irónico y su forma de contar las cosas, que a algunos puede desagradar debido a su aparente tono blasfemo, políticamente incorrecto pero con retazos de la experiencia vivida y de la sabiduría adquirida con el tiempo, vislumbramos los secretos que rodean a la gente de clase media, con sus miedos y sus incertidumbres.

El autor nos ofrece un canto dramático en honor de las aspiraciones, pesares, logros, fracasos, anhelos, ilusiones y reproches que anidan en el alma humana.

En las cuatro historias, el autor nos habla de distintos tipos de hogares.

El hogar destruido que requiere un nuevo inicio, con las esperanzas rotas; aquí Frank es testigo imparcial de cómo el huracán ha destrozado su antigua vivienda, ahora en manos de un dueño pesaroso, irascible y derrotado.

El hogar martirizado que oculta entre sus paredes el dolor y sufrimientos de sus habitantes anteriores; aquí Frank verá como las paredes del que es su hogar actual tienen mucho que ocultar y descubre como su propia realidad, pese a no ser la deseada, es mucho mejor que la que tuvieron los antiguos habitantes de su casa.

El hogar provisional del enfermo antes de la muerte en el que vivirá su exmujer, quien escoge un centro de lujo para vivir sus últimos días, enferma de parkinson, cerca de la tumba de su hijo, y por ende de Frank; aquí Frank se verá en la tesitura de rememorar el pasado, de visitar la persona con la que construyo su inicial hogar que fue destruido por el paso del tiempo y las incomprensiones.

El hogar mausoleo como recuerdo de los muertos, como tumba viviente anhelante de una vida que se fue y que ya no volverá.

Aunque el punto común de las cuatro historias es el huracán Sandy, sólo es el protagonista de la primera historia. Sin embargo, la furia de la naturaleza le sirve al autor para ahondar en otros temas.

La narración es pausada y lenta, rica en detalles y con comentarios, en algunas ocasiones, un tanto hilarantes propios de la característica singular del personaje principal. Este modo de narrar tan calmado va creando un clima de suspense que, aunque está escrita en primera persona, mantiene al lector en la incertidumbre de lo que sucederá. El escritor no adelanta nada, sino que va hilvanando sus pensamientos y recuerdos a medida que ahonda en sus reflexiones y van transcurriendo los hechos. Es como si estuviésemos viviendo al mismo tiempo que él.

El lector podrá disfrutar de unos relatos intensos, llenos de un dramatismo cómico gracias a un personaje que, dentro de su hilaridad, demuestra una inteligencia fuera de lo común.

Mila L. Castelo