Firefight. Saga Reckoner 2 & Relato inédito Mitosis

Opinión:

La fascinación por los superhéroes es algo que, actualmente, la industria del cine está llevando a su límite, explotando cada una de las franquicias hasta la extenuación. Ellos, como los héroes de la mitología, están allí para vencer males imposibles. Pero, mientras algunos son tan perfectos que te dan ganas de abofetearlos, otros muestran sus debilidades, sus dudas, sus miedos… Porque, aunque sean  héroes, son humanos. Y todo el mundo, lleve máscara o no, pueda volar o no, tiene miedo. Y el miedo, a veces, es lo que nos hace más peligrosos. El miedo a los demás, pero sobre todo el miedo a nosotros mismos, a lo que somos capaces de hacer…

Cuando leí "Steelheart", me pareció que uno de los aciertos de la idea planteada por Brandon Sanderson era que jugaba con la posibilidad de que el poder, en vez de hacerte bueno, podía potenciar tu maldad, podía hacer que te sintieras invencible y, por lo tanto, sin ética alguna. Sí, todo poder acarrea una gran responsabilidad, decía el tío de Spiderman… A  no ser que decidas que la responsabilidad es para otros y que tú tienes el poder y puedes hacer con él lo que quieras. Sanderson había convertido a los superhéroes en villanos, tiranos, asesinos despiadados… ¿Por qué? Porque el ser humano es ambicioso, egoísta y manipulador, y si tiene la opción de hacer lo que quiere sin consecuencias, probablemente lo hará.  

En esta segunda entrega, Sanderson sigue explotando esa idea, pero con matices. Una vez David acaba con Steelheart, empieza a comprender que no todos los Épicos son iguales, que algunos aprenden a controlar sus poderes, no se dejan corromper por ellos, y quiere comprender cómo lo hacen, para ayudar a Megan, la chica de la que se enamoró y que resultó ser una Épica al servicio de Steelheart. Además, empieza a sospechar que hay algo más tras los puntos débiles de los Épicos, algo que los liga a su humanidad mucho más de lo que querrían admitir. Pero eso es mejor descubrirlo entre las páginas del libro que aquí, así que…

Como en todos sus libros, Sanderson sabe llevar muy bien la trama, con un buen ritmo y escenas muy visuales. El inicio es trepidante, pensado para engancharte a la primera. Y el universo que ha creado para Babilonia Restaurada es extraordinario: la ciudad medio sumergida por el agua que controla Regalia, la Épica que domina la ciudad; los edificios llenos de colores, árboles y frutos que brillan y que alimentan a todos por igual y que provienen de un misterioso ser llamado Dawnslight; las azoteas llenas de vida… Se trata de una ciudad completamente distinta a Chicago Nova, donde el acero lo cubría todo y donde todo el mundo vivía aterrado, obligado a trabajar, a aceptar el peso del poder y el castigo de Steelheart. Pero, ¿acaso hay una única manera de manipular y someter a los seres humanos?

Al llegar a Babilonia Restaurada, David se sorprende ante la actitud de los habitantes de la ciudad. Se da cuenta de que viven en la ilusión de la libertad, conscientes de que en cualquier momento un Épico puede venir y matarlos porque le apetece… Y en vez de luchar, aceptan ese destino, porque, ¿para qué pelear por la libertad si ellos son más fuertes? No sé si de manera consciente o inconsciente, Sanderson plantea aquí uno de los males actuales de la sociedad: el para qué. Acomodados en un mundo en el que parece que todo nos venía dado, ¿para qué luchar por los derechos humanos o laborales? ¿Para qué intentar cambiar las cosas que no funcionan, que están mal y que están acabando con el estado del bienestar si los de arriba nunca nos dejarán? Aunque es una actitud tentadora, David no se deja seducir por esa extraña utopía. Sabe el peligro de permitir que los Épicos se salgan con la suya, y está dispuesto a todo para descubrir su origen, sus motivaciones y el por qué de sus puntos débiles.

Hay que decir que, al final del libro, uno tiene algunas respuestas - bueno, de hecho sólo parte de algunas respuestas - y sabe que pronto podrá descubrir, junto a David, qué es Calamity y por qué aparecieron los Épicos. Pero sobre todo, al cerrar el libro uno tiene la sensación de que la tercera entrega va a ser, valga la redundancia, épica, porque hay un giro final muy interesante y un descubrimiento que planta una semilla muy prometedora. Así que habrá que esperar a "Calamity", la tercera entrega de la Trilogía Reckoner, para que nos desvele si David y Megan han dado en el clavo y cómo podrán usar esa información para acabar con el terror sembrado por los Épicos.  

Inés Macpherson