Favole

Opinión:

Tres temas tocaría en esta reseña para considerarla completa: la historia, la ilustración y la presentación física del libro.

En cuanto a la historia, la importancia de sus personajes. Laverne: ninfa atrapada en el lago, con su pelo blanco y su leyenda a cuestas, es una de las víctimas de Ezequiel. Marquise: la princesa que no se despega de su violín, vive en la oscuridad de los bosques y los castillos, amando la figura de un ángel. Y Favole: veneciana amada por Ezequiel pero también expulsada de sus brazos como muestra de amor, es un espectro de pelo rojo que busca la liberación a lo largo de la historia. Y en ese camino alguna que otra se entrecruza. La historia está narrada con una carga nostálgica importante, y también buscando el lirismo gótico. Personalmente, aunque no sea perfecto, me ha gustado mucho porque me gusta lo gótico.

En esta historia parece también un niño, Sacha. Ese crío es el único que ha sido capaz de ponerme el vello a flor de piel. Emoción y ternura pura, y eso que apenas tiene dos apariciones en la historia. Sólo por su pequeño papel ya me valía la pena todo lo demás.

Y pasamos al dibujo, precisamente gótico, uno de mis favoritos hasta el infinito y más allá. Dos cosas son ciertas: Una - Las ilustraciones de Victoria Francés son famosísimas y muy admiradas (por mí también), y Dos - Hay quien tras haber estudiado la carrera de Bellas Artes se siente ofendido de que la llamen ilustradora porque entienden que calca las imágenes (siendo ella, incluso, su propia modelo). Que dibuja está claro (y el libro está lleno de bocetos que lo demuestran), aunque quizá se utilice como guía, y de dar la razón a quienes critican esta forma de trabajo y se curran mucho más los dibujos, sería precisamente por eso, porque ellos crean a partir de la nada y sienten la necesidad de clamarlo a los cuatro vientos. Yo les entiendo. Seguramente no han tenido la misma suerte y puede que hasta dibujen mejor que ella ¿Pero desmerece eso el trabajo de Victoria Francés? En absoluto. Hoy día ya hay muchos ilustradores que ni siquiera dibujan: cogen una fotografía, dibujan sobre ella, la modifican y la hacen propia. Aunque si calca -cosa que yo no sé a ciencia cierta- sólo puedo decir que entonces admiro profundamente el talento de mi hija adolescente que dibuja para morirse y jamás ha dado una clase de dibujo que no sean las típicas del instituto.

En cualquier caso lamento decir a los detractores que este libro es maravilloso, que me ha enamorado y que a veces me costaba hasta mantener los ojos en la lectura porque desviaba la vista continuamente al dibujo, disfrutando muchísimo de él.

La encuadernación es en tapa dura. El grosor de sus páginas las convierte prácticamente en láminas, fuertes y resistentes. Los colores son normalmente apagados (el rojo quizá sea el más vistoso) pero es llamativo cómo el blanco reluce en algunas de las ilustraciones creando un brillo casi espectral. Maravilloso. Las páginas, además, no tienen fondo blanco. Ni las guardas. De portada a contraportada, todo está tratado con un mimo especial y un diseño precioso.

Tengo clarísimo que esa capacidad de hipnotizarme lo ha convertido en uno de mis favoritos y que tendrá un sitio destacado en mis estantes.

Ideal para regalar o regalarse a uno mismo.

Anika Lillo

Foto homenaje: