Falsa inocencia

Opinión:

Ésta es una novela centrada en el Londres victoriano, muy especialmente en los bajos fondos de esa sociedad clasista, espantosamente desigual, en la que niños de cuatro o cinco años malvivían solos a orillas del Támesis, podían ser vendidos, esclavizados y, como en este caso, acojidos por una banda criminal que los usaba como mercancía. A bordo de un barco, era sabido que se organizaban fiestas destinadas a satisfacer los instintos más inconfesables de algunos miembros "honorables" de la sociedad, pero no había denuncias que permitieran a la Policía Fluvial investigar el tema y detener a los malhechores. 

Los suburbios londinenses, las callejuelas insalubres cercanas al río, los antros en los que se agolpaban prostitutas, mendigos y muertos de hambre están muy bien descritos, tanto que las frases casi parecen fotografías.

Observar cómo un chaval de ocho años podía ir a la cárcel si robaba para comer, pone los pelos de punta. Y que niños de cuatro años pudieran vivir esclavizados e indefensos para acabar muertos muchos de ellos cuando crecían y no servían como "mercancía", es demoledor. La hipocresía de la encorsetada sociedad británica, mirando a otro lado la mayoría de las veces ante hechos poco "convenientes" que podrían manchar su imagen, queda muy bien expuesta. También resulta llamativo que la Policía no se decidiera a actuar (o no pudiera hacerlo) contra una red criminal como la que se muestra, a menos que existieran denuncias.

En todo el libro se describe perfectamente esa época londinense de medianos del siglo XIX, con una población dominante siempre encorsetada, esclava del qué dirán, llena de prejuicios y donde la honorabilidad de las personas la marcaba su poder adquisitivo, la cuna o los cargos que ostentaban. También la desigualdad entre hombres y mujeres queda muy patente, cuando las últimas debían obediencia a los maridos y necesitaban su permiso para todo lo que desearan hacer por su cuenta.

Asistir a un juicio por asesinato me ha parecido muy interesante, y merece una mención especial. De hecho, esa parte del libro es en mi opinión la más atractiva y, sin duda, la que me ha gustado más.

Dicho lo anterior, sí apuntaría que esta novela es de género negro, en efecto, pero no posee algunas de las cualidades propias de este tipo de libros y resultan imprescindibles: No existe intriga ni suspense, y la resolución de la trama se adivina en las primeras líneas.

La obra es básicamente narrativa, apenas hay diálogos; y también lenta y algo reiterativa. Anne Perry nos narra los mismos escenarios y episodios muchísimas veces, nos apunta todo el tiempo que el detective Monk y su esposa Hester se dejaron llevar por sus sentimientos cuando actuaron como testigos, leemos una y otra vez que los protagonistas desconfían del brillante abogado y amigo de la pareja por haber aceptado la defensa de un criminal tan detestable... Y más de veinte páginas describiendo una persecución policial me han parecido demasiadas, especialmente porque constituyen el inicio de la historia, cuando aún no se conocen los personajes ni lo que buscan unos y otros y, por tanto, no se ha despertado el interés del lector.

Básicamente, la narración es una obra que pretende plasmar un episodio situado en un época concreta, sin más trama que la de asistir a él. Y justo porque la sociedad victoriana está ampliamente expuesta, me resulta difícil aceptar que Hester, y con ella otras mujeres, sean capaces de internarse de noche y solas en callejones inmundos, poniendo en riesgo su honorabilidad y hasta sus vidas; todo ello para llevar a cabo una labor que compete a la policia y que, dicho sea de paso, queda algo ridiculizada.

En definitiva, este es un libro de lectura pausada y algo denso. No estoy segura de que atrape a todos los amantes del género negro, pero sí gustará a aquellos que se interesen por ese Londres del siglo XIX y las muchas sombras de la sociedad victoriana.

Pilar López Bernués