Extramuros

Opinión:

Las modas vienen y van, lo que puede llevar a que joyas literarias como "Extramuros" pasen al olvido de los libros descatalogados a pesar de haber ganado el Premio Nacional de Literatura. Por suerte, de vez en cuando algún editor tiene el acierto de recuperar esta clase de obras, que es lo que ha hecho Lunwerg.

La recuperación ha sido por todo lo alto: la edición es todo un lujo, con un encuadernado precioso y suave en negro y dorado e ilustraciones preciosas de Sara Herranz. Estas, delicadas y elegantes en blanco, negro y detalles en rojo, han sabido mantener el espíritu místico y a la vez pasional y físico de la obra.

La narración es pura prosa poética, con dos escenarios de claro contraste (el convento y extramuros), que sin embargo son igual de amenazadores para las mujeres. La historia queda contada desde el punto de vista de esos personajes femeninos, cuyo nombre nunca llegamos a conocer. Sabemos quiénes son por referencias, por apelativos, rasgos o funciones, a pesar de que los conocemos muy íntimamente.

Ese amor lésbico entre monjas de clausura, narrado con tanta sutileza, sin duda tuvo que ser revolucionario en el momento en el que fue escrito. También tiene otros elementos de interés para su época, como todo lo referente a lo terrenal en el ambiente religioso, llevando a dinámicas de luchas de poder y ambientes cada vez más tensos y tóxicos. A pesar de ser tan candentes, el autor siempre muestra respeto y sutileza en todos los frentes.

Quizás por la universalidad de esos temas la novela ha envejecido bastante bien, aunque para algunos lectores modernos puede resultarles lento y aburrido. Apenas hay diálogos, y es una narración muy íntima y literaria que se detiene en todo tipo de detalles, maltratando el ritmo, a pesar de lo cual es una obra corta y con suficientes giros argumentales como para mantener el interés.

En definitiva, es una novela profunda y hermosa, que tiene además un bello empaque, por lo que es un acierto la reedición.

Déborah F. Muñoz