Expedientes secretos de la II Guerra Mundial

Opinión:

El periodista Óscar Herradón Ameal ha seleccionado para nosotros una serie de documentos con los que seguramente el aficionado al cine bélico o al lector de género estén familiarizados; para los que no tanto, acompaña sus textos con títulos, cinematográficos y literarios, que bien podrían servir como una lista de imprescindibles para los amantes de ambas disciplinas, y más, después de leer esta interesante recopilación que a más de uno le abrirá el apetito.

Entre estos expedientes, y a modo de resumen, nos encontramos con las siguientes historias, tramas bien urdidas durante la guerra y que parecen ideadas por la industria del entretenimiento; pero que son tan reales como lo fue la segunda guerra mundial.

La primera muestra es la Operación Carne Picada, curiosa por haber participado en ella Ian Fleming, el creador de las novelas de James Bond, tener su ubicación en territorio español y porque sirvió para que los alemanes picaran el anzuelo que cambió el rumbo de la historia con la invasión de Sicilia. La complicidad del gobierno español con los hombres de Hitler asentados en España hizo posible una de las trampas maquinadas por el gobierno inglés para hacerles creer que un militar fallecido en Huelva se trataba de un alto mando que portaba secretos de los movimientos militares de los aliados.

Paul Ernst, una de las grandes firmas dentro de la novela de espionaje y cuya experiencia es indudable, tiene su propia historia de supervivencia. Paul Ernst Fackenheim, de origen judío, participó en la Gran Guerra en el lado alemán y estuvo recluido en el campo de concentración de Dachau hasta que fue recluido como agente de los servicios secretos para viajar a Palestina y espiar a su pueblo. La aventura vivida por Fackenheim se complica cuando, traicionado por un celoso agente alemán, pasa al bando inglés que le confunde con un alto mando y tiene que soportar un juicio donde se irán desvelando los procedimientos de los espías del Tercer Reich.

Otro de los capítulos de este ensayo es el dedicado al mundo del cine y al engranaje propagandístico de Hitler que sirvió como coladero a espías de diferentes nacionalidades, sobre todo mujeres, que confraternizaron con altos mandos como Göbbels haciéndoles perder la cabeza, algún secreto y más de un documento clasificado. Entre todas ellas conoceremos de cerca a Olga Chéjova, una actriz rusa que ha inspirado novelas y películas. Elyesa Bazna, alias Cicerón, o Juan Pujol, Garbo, son otros de los personajes que veremos desfilar dentro del mundo del espionaje.

El expolio nazi y la falsificación de moneda extranjera también tienen cabida en estas páginas. El enfoque para ambos es la ocultación de todo ese tesoro; si sigue oculto o si lo vaciaron los dirigentes que lograron escapar, o si sirvió para financiar la huida de varios de ellos a diversos puntos del mundo. La documentación aportada para narrar la labor de los falsificadores es reconocible por otras lecturas y películas; aun así es igual de interesante que el resto de expedientes por su minuciosa narración.

Espías y agentes dobles que incluso operaron en Estados Unidos, la radio como medio para engañar al enemigo, los sabotajes internos efectuados por judíos alemanes y polacos, una carrera atómica que por suerte no llegó a nada, o la influencia de la mafia italiana y su ramificación americana que se alió con los judíos para combatir el fascismo que los nazis estaban introduciendo en Estados Unidos, cierran estos curiosos documentos.

A lo largo de estos trece expedientes secretos de la segunda guerra mundial el lector se encontrará con recomendaciones, literarias y cinematográficas, que no han de caer en el olvido por su alto contenido histórico, muchas veces tratados por medio de la ficción pero que resultan imprescindibles a quienes disfrutamos con género y época. Unos textos comprensibles ayudan a meternos de lleno en ésta y en futuras lecturas.

Porlomenix