Ética a Nicómaco

Opinión:

Aristóteles es lo que Michel Foucault denominó un 'fundador de discursividad'; esto es, un autor cuyo discurso ha generado ríos de tinta para la posteridad (igual que también entrarían en esta categoría otros como Platón o Marx). Por eso es relevante que se sigan reeditando ediciones de su obra, y en este caso hay que felicitar a la editorial Tecnos por esta increíble edición de "Ética a Nicómaco", uno de los tratados fundamentales del pensamiento occidental, que más tarde serviría de base para muchos postulados de Santo Tomás de Aquino y de otros pensadores.

En "Ética a Nicómaco", Aristóteles plantea como objetivo de toda acción humana la felicidad. Pero no es esa felicidad primigenia que había sido definida como un estado alcanzable mediante el conocimiento, no; para Aristóteles, la felicidad es una actividad que se ejerce mediante el hábito de la virtud. Es la virtud la que nos conduce al placer, y es el placer el que nos lleva, en último término, a la felicidad. Por ello, el autor inicia el tratado definiendo el concepto de 'bien', porque este es el guía del hombre en su ejercicio de su función como hombre.

Para justificar este objetivo último que es la felicidad, Aristóteles se dedica a analizar minuciosamente el alma humana, en la cual diferencia una parte racional y otra irracional -hasta aquí, se guía por las ideas de su maestro, Platón-. Ello determina que también existan dos tipos de virtudes, la intelectual y la moral, de las cuales Aristóteles va definiendo y caracterizando algunos ejemplos a lo largo del libro: la voluntad, la fortaleza, la templanza, la generosidad, la magnanimidad, la justicia, la prudencia, la sabiduría o el entendimiento.

Esta obra magistral, ahora en traducción de Salvador Rus Rufino y de Joaquín E. Meabe, va acompañada por una introducción del primero, en la que se aclaran todos los capítulos del texto y se hace un gran estudio de la obra filosófica y ética de Aristóteles. Como ya es habitual en su catálogo, la editorial Tecnos ha logrado reeditar a un clásico, dotándolo de todo un aparato crítico que lo acerca a los lectores contemporáneos, ya sean expertos o principiantes en el mundo de la filosofía.

Darío Luque