Estirpe salvaje (lij)
Título: Estirpe salvaje (lij)
Título Original: estirpe salvaje (lij)
Autor: Montse de Paz
Editorial:
Espasa
Copyright:
1ª edición, octubre 2008
ISBN: 978-84-670-2913-0Etiquetas:
Argumento:
Las tierras de Slavamir están sumidas en la guerra. En medio de las
refriegas que asolan el país, una pequeña aldea es devastada y dos
hermanos de corta edad, Ruslan e Yvanka, quedan huérfanos y sin
hogar. Un día, una compañía de guerreros hace noche en su aldea y
los hermanos deciden huir con ellos. En la tropa del rey, Ruslan
luchará por convertirse en un gran guerrero, mientras que su
hermana Yvanka aprenderá a sobrevivir en un entorno hostil a las
mujeres. El dramático paso de la infancia a la adolescencia, las
intrigas por el poder, la lealtad y la traición se entremezclan en
esta historia. A través de las azarosas vidas de sus protagonistas,
el lector descubrirá que el coraje y el heroísmo pueden florecer en
las situaciones más adversas.
LA AUTORA
Montse de Paz nació en Lérida el 4 de julio de
1970. Se licenció en filología inglesa, pero su labor profesional
la ha llevado por otros derroteros y desde los dieciocho años
colabora y trabaja en organizaciones humanitarias. Su afición
literaria, nutrida desde su infancia, se ha enriquecido con su
variada labor como educadora de niños y adolescentes, agente
social, promotora de eventos culturales, redactora de revistas y
guionista de programas de radio sobre valores humanos. Actualmente
reside en Badalona, donde compagina su trabajo como directora de la
Fundación ARSIS con otras tareas docentes y sociales.
Opinión:
Siempre tengo delante de mi escritorio un bloc de gusanillo,
tamaño cercano al A4, unas veces la página me mira, pintarrajeada,
otras manchada con el borrador de un poema, otra con ideas surgidas
mientras mi inquieta cabeza piensa ajena a lo que hacen mis manos,
y otras, como hoy, me mira blanca, inmaculada, una de las miradas
más aterradoras que puede contemplar cualquier escritor o, como
puede ser mi caso en este momento, articulista.
La pantalla del ordenador me mira en blanco, enmarcada en azul,
los colores del word de windows, a quien siempre habrá que
agradecer la enorme ayuda que el procesador de textos significó
para los escritores. ¡Cuántas horas de trabajo que nos ahorraron!
Y, os aseguro, cuanto menos miedo da la pantalla en blanco. Podemos
arrojarnos sobre ella a escribir sin temor, lo que se nos ocurra,
que ya habrá tiempo de rectificar, anular, cambiar, modificar, sin
volver a reescribir todos los folios... Y ello me trae a
Estirpe
salvaje, un libro que hace unas fechas terminé
de leer y dejé a mi izquierda, sobre la mesa. Deseaba que los
personajes, sobre todo Yvanka, me miraran cada vez que me sentase
frente al ordenador. Su perseverancia empuñando la espada me iba
descubriendo cada día nuevas cosas de ella, de su hermano Ruslan,
de cuanto sufrieron al quedar prontamente huérfanos y ser
rechazados por sus familiares, creciendo en un mundo hostil, tanto
para un chico como, y sobre todo, para una mujer. Me fue contando
retazos de su crecimiento, de la lucha de su hermano por abrirse
paso en el ejército (hoy en día hubiese sido en cualquier oficina
de cualquier gigantesco edificio de cualquier ciudad
superpoblada).
¡Qué bellos son los sueños de juventud! Recuerdo ahora mismo unas
frases de Rodríguez Marchante, en el sentido de que no "pasaron
ni dos milésimas de segundo entre que se inventó el cine y se
apoderó de él la fantasía, que es un espejismo sin sed, una
erupción vistosa en la piel hastiada de la realidad, otro modo de
respirar y oxigenarse", y esa fantasía vive sobre todo en la
literatura juvenil, donde el autor, y el lector, se sienten
jubilosamente libres, como apuntaba Fernando Marías. Así creo que se
tuvo que sentir Montse de Paz dando vida
al reino de Slavamir y a sus personajes, entre ellos los dos
hermanos que os he citado. Así me sentí yo mientras leía en voz
alta (como aquel abuelo de La
princesa prometida) este bonito cuento de
supervivencia, lealtad y heroísmo, a mi sobrino. ¿Sabéis por qué?
Por que mientras duró la lectura de Estirpe salvaje, me
olvidé del cambio climático, de los desastres ecológicos que se
avecinan, de la crisis económica, del impuesto sobre la renta, de
la hipoteca, de... y me sentí como si volviese a tener quince
años.
Ese es el milagro de recorrer las tierras de Slavamir con las
tropas del rey Vladi, bajo las órdenes de Radomir, junto a
Ladislav, Glinka, pasear junto a Elsa, y a Olga, enamorarse por
primera vez, soñar en convertirnos en grandes caballeros o en
sobrevivir en un mundo de hombres hostil hacia las mujeres.
Aunque, a Montse no se le olvida enviarnos algunos mensajes que,
como éste: "dice que no le gusta ir con las putas porque, si lo
hiciera, no podría recordar con dignidad a su madre ni mirar a la
cara a su hermana" (p. 278), cuya cita sólo pretendo sea un
ejemplo, de ese respeto que los protagonistas tienen a su educación
y a los valores humanos, en tiempos como los nuestros, tan
difíciles y tan faltos de ellos.
Estirpe
salvaje forma parte del apartado de mi
biblioteca que llamo "Veinte mil leguas de lecturas para
soñar".
Francisco Javier Illán
Vivas
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Comentario de los lectores:
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