Eraclea, la leyenda de la Semilla Dorada

Opinión:

El inicio de "Eraclea, la leyenda de la Semilla Dorada" se me hizo terriblemente pesado por ser excesivamente descriptivo y lento. Luego, cuando Orpherus comienza a conocer nuevos elitistas que se convertirán en sus compañeros, el ritmo mejora un poco al meterse más diálogo en proporción a las descripciones y el libro se convierte en una colección de aventurillas. En ese sentido, me ha recordado a uno de esos animes larguísimos de aventuras basadas en videojuegos en los que, en cada capítulo, los protagonistas visitan una localización (todas muy diferentes entre sí y con todo tipo de sociedades, monstruos y problemas: desde islas hasta desiertos y todo tipo de reinos cuyas distancias no acababan de cuadrarme) debido a que tienen que cumplir una misión. La forma de ser de los personajes y cómo se complementan (todos cumplen un papel muy definido y de ahí no salen) también me han recordado a lo que nos encontramos en ese tipo de manga y las reglas del mundo me han parecido similares a la de cualquier videojuego de este estilo.

El problema es que todas esas aventuras acabaron por cansarme. Llegados a un punto en que el grupo está formado y las dinámicas del mismo se tornan predecibles (incluso las traiciones y los amoríos), al continuar la lectura tenía la sensación de que no se avanzaba nada. A veces, Blanca Mira se sacaba de la chistera alguna sorpresa imposible de predecir pero no del todo aceptable o una nueva "regla" muy oportuna en la magia del mundo creado (por cierto, se abusa de eso y hay varios Deus ex machina que hacen perder muchos puntos al libro), lo cual no ayudaba a meterse en la historia ni a la credibilidad de la misma.

Luego está el tema del final: básicamente, no hay. Se desvelan algunos datos importantes, pero la historia se queda a medias, lejos de una resolución para la que los personajes tendrán que hacer un nuevo viaje, previsiblemente tan largo como el que nos encontramos en esta novela. Vamos, que no es autoconclusivo, ni mucho menos.

Por último, hacer mención a las ilustraciones de Adrià Inglés, estilo manga y bastante logradas, que ilustran de forma irregular algunas partes de la novela más que otras. Están bastante bien, aunque se hubiera agradecido alguna más de los deva, porque no era capaz de imaginármelos y no se hablaba demasiado de su aspecto.

Déborah F. Muñoz